Dimitris Christopoulos, profesor de Ciencia Política en la Universidad Panteion de Atenas y vicepresidente de la Federación Internacional de Derechos Humanos, hace un diagnóstico claro: "Grecia está en el abismo, nos dicen que no hay salida porque cualquier otra cosa nos hundirá más, pero ya estamos tan hundidos que preferimos el riesgo". Y avisa de los dos principales problemas que tendrá Syiriza en el Gobierno: "El equilibrio entre las expectativas y las frustraciones, porque hay muchos sectores esperando cambios y habrá que priorizar. Y el de la propia cohesión interna de la coalición, en la que no todos los integrantes asumirán de la misma manera las decisiones del Gobierno".
¿La previsible victoria de Syriza logrará cambiar la vida de la gente tanto como se espera?
La gente espera poco. Están más desesperanzados que esperanzados [el lema de Syriza de campaña es 'La esperanza llega. Grecia avanza, Europa cambia'] de lo que estaban o de lo que otros piensan. El sentimiento principal antes de la llegada de Syriza al poder no es un sentimiento de esperanza y de radicalismo político como muchos observadores de fuera piensan. Es un sentimiento de recuperar un poco de dignidad y basado en un argumento colectivo e individual práctico. Quieren hacer algo para estar un poquito más felices. No tiene nada que ver con la izquierda o una visión radical de cambiar la sociedad. Tiene que ver con el hecho de lo que ha pasado en los últimos cuatro años, en los que ha habido una catástrofe humana en Grecia, y además el discurso de Syriza que era izquierdista, ha sido reemplazado por un discurso que, llevado a los ochenta o los noventa sería un discurso socialdemócrata moderado.
No revolucionario
Ni siquiera de izquierdas. Ni neoposcomunista ni nada, es de izquierda, pero de distribución de la riqueza, de reducir las desigualdades sociales, de intentar afrontar la crisis incentivando el consumo. Es neokeynesiano en lo económico, socialdemócrata desde el punto de vista político, lo cual suena revolucionario por el tipo de políticas que predominan en Europa.
Nominalmente y si lo comparas con el programa del PSOE en 1982, Syriza es incluso más conservador, pero en este contexto el proyecto de Syriza tiene algo de subversivo. Y esa es la esperanza.
Entonces, ¿hay poca esperanza?
La gente no espera mucho, no es estúpida. Espera recuperar la dignidad y muchos de ellos han rebajado sus expectativas porque ya no se sienten tan cautivados por Alexis Tsipras.
¿Por qué?
Porque a partir del lunes hay que ver cómo manejan la frustración social y la esperanza de todos aquellos que han sufrido el colapso en los últimos años. ¿Con quién van a empezar? ¿Con las mujeres de la limpieza despedidas por el ministro de finanzas y que se han convertido en un símbolo? ¿Con los periodistas de la televisión pública que perdieron su trabajo? ¿Con el 60% de paro juvenil? ¿Con el 61% de los periodistas en paro? ¿Y con todos los que han perdido todo? Lo más difícil es priorizar sobre un montón de demandas sociales. Y la gente se enfadará porque no se preocupa tanto por los demás, sino que está tan desesperada que sobre todo mira sus problemas.
Una cosa es pelear por alguien que quiere su dignidad de vuelta, y otra por aquellos que quieren sus privilegios de vuelta.
Estas cosas no están claras, pero lo que está claro es que las cosas tal y como han ido en los últimos cinco años en Gracia han llevado al país a un colapso catastrófico. Y la gente ha decidido virar el rumbo de un camino que parecía único, pero que está conduciendo al abismo.
¿Aparece el miedo?
El único argumento del Gobierno es: puede ser peor. Pero siempre es peor. Tenemos una acumulación de problemas que, mirados con perspectiva, ya se ve que ya ha sido peor: 56% de paro juvenil, 27% de desempleo, 200% de crecimiento de la pobreza, dos suicidios al día, 38% de caída salarial, 42% de rebaja en las pensiones... ¿Qué quiere de mí? Quizá puede caer una bomba atómica, pero... Este argumento, de que puede ser peor, ya no cuela. La gente tiene miedo porque no es estúpido, saben que lo que van a afrontar el lunes no es fácil, que es David contra Goliat en Bruselas, pero toman el riesgo. Y buena parte de las élites griegas y de la burguesía han asumido que este riesgo se ha convertido en inevitable. Y además, en el último año, una parte de las élites griegas y de la burguesía se han pasado a Syriza.
Y todo empezó en un 3,30% de votos en 2004.
El 3% era gente como yo, gente que crecieron en el marxismo, izquierda clásica europea del entorno comunista... Esto no es Syriza hoy. No me reconozco a mí mismo en lo que hoy veo en Syriza. Pero tampoco soy ya el votante medio de Syriza. Ahora es un partido que está a punto de gobernar el país.
¿Cree que está preparada Syriza para gobernar el país?
Es una de las principales preguntas que me hacen. La mayoría de los cuadros de Syriza es la primera vez que asumirán responsabilidades de Gobierno. No, no están preparados, desde mi punto de vista. Habrá grandes problemas en los próximos meses. Pero preguntaría de qué ha servido tanta supuesta preparación de los políticos que han gobernado en los últimos años su país [España] o el mío [risas]. ¿De qué sirvió esa preparación? Todo el mundo tiene su momento en la historia para estar preparado. ¿Lo conseguirá Syriza? No lo sé. Pero el asunto no es si están preparados, sino cuánto tiempo podrán manejar el extremadamente frágil equilibrio de expectativas, frustraciones sociales.
Estamos hablando de la crisis y sus consecuencias.
El término Grecia se ha convertido en los últimos tiempos en sinónimo del término crisis en todo el mundo. Pero hay desafíos cuando hablamos de crisis. Una crisis es una situación no normal en el que las cosas van mal, pero el término crisis implica que hay expectativas de regresar al punto de partida, a la normalidad. Ahora dudo realmente que esto vaya a pasar, que este sea el caso, tanto aquí como allí [España]. Esto no es una crisis, es un nuevo régimen que se consolidado. Syriza no tiene afrontar la crisis, porque afrontar la crisis es un sprint, 200 metros lisos. Tiene que afrontar una transición, una dislocación completa entre la responsabilidad social del Estado y la completa transformación de la sociedad en otra cosa... No sé qué será, lo veremos en unos años. Pero esto no es una crisis, es un nuevo régimen, es un colapso. Con esto ha de lidiar Syriza.
¿Europa se lo permitirá a Syriza? ¿O, al revés, Syriza ejercerá de efecto dominó para el cambio?
Sí y no. No, porque el enfoque predominante en la derecha alemana es que "no me importa que no puedas hacerlo, tienes que hacerlo". Dices esto no sólo por ser buen protestante, sino porque si no lo haces vendrá España y habrá un efecto dominó que no desea la derecha alemana hoy en día. Por otro lado, el contexto no es el que era tres o cuatro años antes. Hoy tienes voces entre la clase política europea dominante que entienden que lo que ha pasado en estos últimos años no es algo defendible y que hay que tomar un giro. Lo ves en parte de los partidos socialdemócratas y conservadores. Porque tienes gente conservadora que dice: ¿Pero qué coño hemos estado haciendo? Entonces, no sé cuál de los dos visiones ganará, pero seguro que Syriza conseguirá más de lo que han conseguido los otros. La clave será otra vez cómo se aprecie en Grecia. Imagina que van de nuevo a negociar con la Troika de nuevo, no van a conseguir lo que pidan pero incluso si consiguen la mitad o algo más, ya será algo que se visualice socialmente al día siguiente, y la gente volverá a respirar un poco. Esto ayudará a Syriza. La política es el arte de lo posible... Pero no se puede predecir.
¿Syriza pude acelerar cambios en otros países, como España, por ejemplo?
Creo que sí. Si consideramos el buen escenario para Syriza, puede producir cambios en España. Su clase política no parece tener los síntomas de colapso moral como tiene la nuestra. No están aún en la situación griega. Aquí tenemos que diferenciar entre el PSOK y el resto. Nueva Democracia, en el fondo, no lo han hecho mal. Han gobernado el país en una forma autoritaria en los últimos dos años y medio, y si no hubieran fracasado en la votación para elegir el presidente, habrían continuado, porque no había otra forma de bloquearlos quizá no cuatro años, pero tres años, y eso es un milagro. Fíjese que pasó con los otros. El PASOK llegó y su reformismo lo destrozó todo. Entonces, el buen escenario para Europa es que Syriza respire y Europa respire un poco. Tomar un poco de tiempo, para recoger las piezas, pensar un poco para dibujar una alternativa. No sabemos la alternativa... Pero no es algo que tienes dictado en algún sitio. Pero no es la primera vez que pasa en Europa, ha pasado en entreguerras, en los años 40, en los 90 y ahora otra vez. No sabemos cómo va a terminar.
¿Y si Syriza no logra los 151 escaños de la mayoría absoluta?
Hay dos opciones. Formar una coalición con Potami o con Independet Greeks, o que logren un voto de investidura que les permita formar Gobierno, lo cual sería inestable. Pero el principal problema de Syriza no sólo es que logre mayoría absoluta, es la división interna. Tiene una mayoría, pero también una considerable parte, un tercio, del grupo parlamentario que no están del todo comprometidos con la cohesión del partido. Y este es un problema mayor de Syriza después de todo, y si Syriza vuelve de la Troika con una maleta medio vacía o medio llena, según el punto de vista. ¿Cómo lo considerará el partido?
Grecia está al borde de un gran cambio y no se ve mucho ambiente en las calles.
Bueno, esto pasa por dos motivos: uno porque la gente no tiene dinero; y otro porque los partidos tampoco. Syriza tiene un presupuesto cero para la campaña. Todo está hecho por voluntarios, con vídeos de Youtube, viral... Esta nueva forma de hacer política y de comunicación política. Lo cual también es bueno. Hace unos años una campaña política era un festival. Ahora no hay ni carteles. El partido que va a ganar las elecciones este domingo no se ha gastado un euro en la campaña.
¿Ha tenido algo que ver el movimiento de las plazas, de Syntagma en 2011, con el éxito de Syriza?
Sí, pero no sé calibrar bien cuánto. Pero después de lo que pasó en 2011, la protesta social fue rebajándose, y se produjo un mecanismo por el que después de los movimientos fuertes de las plazas en otoño de 2011, toda la protesta social se condujo a través de partidos, de Syriza, lo cual no es bueno, porque se ha vuelto al sistema de partidos tradicional. Game over.