Los grandes bancos de todo el mundo están compartimentados por invisibles murallas chinas construidas sin ladrillos. En el argot financiero, una muralla china es una barrera, pretendidamente insuperable, que se levanta dentro de una compañía para evitar que los intereses de diferentes divisiones de negocio colisionen entre sí. El caso más típico es el de un banco de inversión que asesore a una empresa para darle un crédito, o cualquier otro tipo de operación corporativa, mientras dos despachos más allá, un compañero está asesorando a un cliente para que invierta o no en esa compañía. Zorros cuidando de un gallinero.
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