Felipe González, expresidente del gobierno, ha dado pábulo a todos los comentarios, informaciones o especulaciones sobre el movimiento de parte de las élites para que el futuro gobierno de España sea una réplica PSOE-PP de la gran coalición entre los socialistas (SPD) y los conservadores (CDU) que gobernó Alemania a principios de siglo XXI.
La idea, alimentada por el propio PP, también es el sueño de muchos empresarios y parte del PP en la Comunitat Valenciana. Descartada, salvo sorpresa monumental, la posibilidad de que el PP pueda gobernar en solitario a partir de las autonómicas de mayo de 2015, esta grosse koalition a la valenciana es vista como un mal menor por parte del establishment autonómico.
Los empresarios, que se dejan sin ver sin pudor y con asiduidad en los actos organizados por PSPV-PSOE y sus dos potenciales socios de gobierno, Compromís y EU, saben que la etapa del PP está finiquitada, pero temen a un tripartito.
El fracaso de una alianza similar en Catalunya, la inestabilidad que podrían crear las diferencias en un gobierno tricolor y, sobre todo, la voluntad de Compromís y EU de revisar e incluso revertir la privatización de la sanidad o la colaboración con escuelas concertadas o universidades privadas, asusta.
Por ello, en grupos de presión de la patronal el tema se plantea sin tapujos. En foros organizados por AVE, el lobby tutelado por Juan Roig, presidente de Mercadona, o Conexus, presidida por Manuel Broseta, el abogado del poder, se ha planteado la cuestión directamente. ¿Habrá una gran coalición PP-PSPV en la Comunitat Valenciana?
Fabra se deja querer. Según fuentes del PP, “más para fabricar una posible tabla de salvación que por voluntad o convencimiento. Eso sí, si no los números no salen tras las elecciones, se intentará un acercamiento al PSPV. No quedará otra”. Por ello, el president ofreció en abril un “pacto a la alemana” a Puig en defensa de los intereses valencianos.
Los socialistas, sin embargo, no parecen por la labor. Aunque nunca hablen del tripartito demonizado por el PP, también parecen tener claro que la degradación ética y económica a la que ha llegado la Generalitat exige un cambio radical. “El plan A, el B y el C», requiere «enviar al PP a la oposición para descontaminar la vida pública dañada por la corrupción”, ha dicho Puig.
La gran coalición, parece, es una quimera. Otro asunto bien diferente es que el tripartito –se especula con que el PSPV gustaría de un gobierno sin Compromís, tal vez apoyado por UPyD- cuaje finalmente.