En ese contexto llegan los vikingos a la Inglaterra victoriana de la era del vapor. Y lo hacen a lomos de La saga de Frithiof (1825), una saga romántica escrita por Esaias Tegnér, que hoy pasa por ser el padre de la poesía moderna sueca, donde recuperaba otra saga noruega del siglo XIV. En ese estallido romántico que expandió el tiempo, revalorizó la estirpe, y extendió los nacionalismos por toda Europa, Goethe promocionó el poema y Tegnér obtuvo fama internacional que le ganó incluso un puesto de obispo. Se tradujo a todos los idiomas, pero en alemán tuvo veinte traducciones, y aun más, veintidós, en Inglaterra. La primera, la más importante, la que cautivó la imaginación británica en 1834, tenía ilustraciones donde los vikingos lucían cuernos en sus cascos. Unos cuernos que nunca habían llevado en el pasado, pero que hoy conservan en todas sus encarnaciones.
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