En su rueda de prensa de balance del año, Mariano Rajoy ha dejado claro que una cosa es someterse a preguntas de los periodistas sin que su equipo las escoja a dedo y otra muy distinta es contestarlas. Pocos minutos después de empezar, ya parecía que quería abandonar la sala, en la que ha permanecido en total unos 50 minutos. Su único interés, además de anunciar la subida de la luz para el próximo trimestre y leer su lista de reformas emprendidas desde que llegó a la Moncloa, era agradecer a los españoles sus esfuerzos y sacrificios y prometerles que lo más duro ya ha pasado. Todo lo más, insistir en que no habrá consulta en Cataluña porque no está en su mano autorizarla. No tenía más que añadir ni sobre el aborto, "es la ley que el Gobierno ha querido", ni sobre la corrupción que corroe a su partido y que provoca registros judiciales de documentos para rastrear el dinero negro utilizado. Según él, su partido "sigue colaborando con la Justicia como siempre". A cambios en el Gobierno debido a la designación de candidatos para las elecciones europeas, no le ha dedicado "ni un minuto".
A la tercera pregunta sobre la polémica reforma del aborto, Rajoy ha dicho que ya "había hablado lo suficiente". Solo había situado el proyecto "en la línea de la ley de 1985" aunque supone claramente un paso atrás a la de entonces y quitado hierro a las opiniones en contra que surgen entre sus propias filas. "Es un tema que produce opiniones diferentes en mi partido y en otros" ha sido toda su respuesta. Lo único que ha sugerido es que el texto impulsado por Alberto Ruiz Gallardón no es tan definitivo e intocable como presume el ministro de Justicia. Rajoy ha distinguido entre el texto actual, "el proyecto del Gobierno" y el que saldrá del Congreso, cuando se convierta en "la ley del Parlamento". Rajoy se ha negado a avanzar si dejará que los diputados del PP voten en conciencia cuando llegue el momento o si se someterán a la disciplina del voto. Eso, dice, es "adelantar acontecimientos".
"El PP colabora con la Justicia, como siempre"
Esquivado el aborto y sin responder a la cuestión sobre el caso Bárcenas, se ha aplicado en la tarea de prometer optimismo y vender la mejora de la situación gracias a algunas cifras macroeconómicas sobre exportaciones e inversiones extranjeras. Pero ¿se puede hacer balance echando mano de las mismas promesas pronunciadas cuando arrancó el curso político? Rajoy sí puede. Con frases casi calcadas a las que usó el septiembre en Soutomaior, el presidente ha dicho que 2013 ha sido mejor que 2012 y que en 2014 la situación será mejor para el empleo. Las reformas, "hechas para corregir desequilibrios", las preguntas por el rescate económico "ya no se hacen" y el número de parados a final de este año será menor que el de 2012.
En lo que ha llamado "un fundado derecho a la esperanza", el jefe del Gobierno ha dado por conjurada la recesión y ha anticipado el año "de la recuperación económica" después de uno "de ajustes", que es como se refiere todo el Gobierno a los recortes. Pero no ha sabido responder con rapidez si se siente orgulloso de alguna decisión en especial y eso que llevaba un recordatorio escrito con las reformas emprendidas en los dos últimos años. Le ha costado, pero ha reconocido cuáles han sido las que le ha costado tomar: "No estaba en mis prioridades, ni en mi programa electoral, subir impuestos, quitar una paga a los funcionarios o congelar el salario mínimo".
La inevitable cuestión catalana llevo a Rajoy a una larga parrafada sobre su capacidad de diálogo con Artur Mas aunque ha confesado que ninguno de los dos le ha pedido al otro una reunión. El presidente, que aseguró "decir sí a muchas cosas", citó la Constitución y los "lazos afectivos y comerciales" con Cataluña así como a la "historia común más antigua del mundo" y a los proyectos futuros "que hacer conjuntamente". Acto seguido, ha insistido en que su posición sobre la consulta en Cataluña no ha cambiado y que eso lo conoce Mas perfectamente. "Lo malo es que él ya lo sabía cuando tomó su decisión. Yo estoy aquí, donde siempre he estado y pensando lo que siempre he pensado. Estoy dispuesto a hablar con todo el mundo, pero no se le puede pedir al presidente que haga lo que no puede hacer".