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Lo peor de la recesión ha pasado ya… salvo alguna cosa

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La consigna está clara: los días amargos de la recesión tocan a su fin. Al PP que no le hablen de Bárcenas, ni de corrupción, ni de ineficacia, ni de chapuza, ni de involución, todo debe darse por bien empleado si salimos de la crisis. Es lo único que importa. La más poderosa máquina de propaganda mediática de la que haya dispuesto jamás un gobierno en democracia apoya la táctica. Y ya no ha faltado más que el líder de la oposición mayoritaria –cada vez menos mayoritaria-, Alfredo Pérez Rubalcaba, repitiendo el mantra: lo peor de la crisis ha pasado ya. No aclaran para quién pero eso carece de relevancia. Es bueno además que cada uno saque sus propias conclusiones.

 “Ha caído el paro en Agosto”, nos dicen. Sí, se ha desplomado de tal forma, con tal intensidad, que hasta se han creado 31 empleos como 31 soles. Desde el año 2000 no ocurría algo semejante en un agosto. Eso sí la Seguridad Social ha perdido 99.000 afiliados, el 95% de los contratos son temporales y una buena parte de ellos a tiempo parcial. Trabajar unas horas a precio de saldo y con fecha de caducidad. Pongamos que unos 400 euros durante 3 meses. Para comer, vivir, fundar una familia si es el caso, y ahorrar para el porvenir por si, por una de esas, viene mal dado.

 Y ya solo hay 4.700.000 personas apuntadas al paro. De los 6 millones que está dando la EPA se han descolgado algunos con espíritu aventurero que se han ido de España y otros que -como no tienen prestación o ha bajado tanto-, pues ya ni van a las oficinas del INEM. ¿Qué son casi 1 millón de desempleados más desde que el PP llegó al gobierno? Nada, a 31 bajas al mes de lo que no han ido a fichar al registro pues igual pronto volvemos a estar por lo menos en las cifras anteriores y de ahí no queda sino remontar. Y si no, siempre tenemos a la Virgen del Rocío para rogarle que haga horas extras.

A falta de estos pequeños detalles, podemos decir que sí, que la recesión es una pesadilla del pasado. Aunque, bien mirado, con estos sueldos que se están pagando y los que se pagarán –que voces de la CEOE y de la Troika nos piden un 10% de descuento en el salario- a los empresarios podría darles por echar a los trabajadores más caros y contratar a los precarios. Hasta hoy no ha ocurrido pero la necesidad a veces induce a obrar en contra de la propia naturaleza aunque se sufra. Contrato temporal, por horas, cuando les venga bien y a precios competitivos, de esos que sirven para exportar que es en este momento –con el turismo- nuestro único motor económico. Presunto, vaya, que la balanza comercial se ha equilibrado sobre todo porque importamos menos. El que justo haya disminuido el empleo en la industria tampoco debe preocupar.  Ni que los investigadores hayan de huir en desbandada porque se les ha segado la posibilidad de trabajar aquí. Sería absurdo intranquilizarse ahora que la recesión se aleja.

Menos mal, porque los jubilados estaban angustiados con la amenaza de que les iban a bajar la pensión. Y las familias que viven de lo que cobra el abuelo o la abuela tanto o más. Pero va a ser poca cosa lo que baje y todo sea por la sostenibilidad del sistema, tan justo y equilibrado en todos sus extremos. Cualquiera se siente satisfecho de contribuir a tan noble objetivo. De hecho las pensiones van a subir como poco un generoso 0,25% anual, solo que hay por ahí unas cláusulas que dependen de cómo marche nuestra economía que aún no conocemos con precisión. Pero tampoco hay que inquietarse porque, ya vemos, eso va viento en popa a toda vela, no cortando el mar sino volando literalmente. Un crack es la economía española y su meditado modelo de crecimiento.

Sobre todo desde que la prima de riesgo ha vuelto a los niveles de 2011.La prima de riesgo, los intereses de nuestros créditos, es algo trascendental. Que nos hayamos endeudado con la gestión del PP de Rajoy a un ritmo más acelerado que nunca en la historia y que ya nuestra deuda pública sea del 90,3%, o sea que debamos 207.234 millones de euros más que aquel bendito 20-N de hace dos años, no debe alarmarnos. Se paga y ya está. Se hacen unos cuantos recortes más –o unos muchos recortes más- y solucionado. O no, pero ¿Y el gusto por la austeridad, por la purificadora templanza? O sea, la recesión alejándose como un bólido, excepto por estas cosas.

El consumo no se recupera. Cierran las pequeñas empresas.  España sufre la mayor caída del crédito privado de toda la eurozona. Se venden menos coches. Menos pisos, y el porcentaje de los adquiridos por fondos especulativos y por extranjeros registra niveles récord.  Pero, salvo estas menudencias, todo va muy bien.

 Claro que también ahora tenemos que pagar más en la farmacia, nos ha subido la luz, el gas, los transportes, las autopistas, el material escolar, la Universidad se ha puesto por las nubes. Hemos ahorrado ni se sabe en educación también, en profesores, en complementos innecesarios para los niños. En residencias de ancianos. En ayuda a la dependencia el ahorro es casi total. ¿No tiene familia esta gente? Pues que se ocupen de ellos como dios manda de siempre. Hemos ahorrado también en vidas humanas, en sanidad en general al quitar la tarjeta sanitaria a emigrantes y españoles que no cumplían los requisitos del  lucro a toda costa. Y, aunque ahora esté paralizado por decisión judicial, nos han vendido –en Madrid por ejemplo- los hospitales públicos a gente muy preparada que van a lograr convertir al Sistema Sanitario Español en el mejor de Europa y en uno de los mejores del mundo. ¿O ya lo era? Sí, lo era. Pero el ahorro en salud es importante.  Se criba la población.

 ¿Y en ciencia, investigación y cultura? ¿Quién las necesita habiendo buenas iglesias para rezar, excelente medios de comunicación con los que distraerse, fútbol (no nos olvidemos) o toros, la gran fiesta nacional? Y San Adelson y sus 40 vírgenes. Y el Gibraltar patriótico. 

Porque gracias a todo esto y a muchas otros recortes y repagos “lo peor de la recesión ha pasado ya”. Ahora ya solo queda sacar la varita mágica: ¡alehop!

Trabajo para todos, bien remunerado, pensiones dignas como si perteneciéramos a Europa, ingresos suficientes, nadie con hambre, todos con casa. Cultos, educados, sentando las bases de un proyecto de país basado en la innovación. En la ética sobre todo, beligerante con uñas y dientes contra la corrupción. Contra la caspa, el ocultamiento, la manipulación y la mentira. Con un gobierno del que nos sentimos orgullosos. Por cómo responde, por su inquebrantable preocupación por la ciudadanía a la que representa. Abierto al progreso y a las ideas.  Con una oposición constantemente al quite para atajar desviaciones, volcada en lo que interesa a la sociedad.  Esto trae el fin de la recesión ésa que dicen se aleja. Esto paladeamos ya ahora que la crisis empieza a ser un mal recuerdo que dejamos atrás.

¿Qué todavía hay problemas? Los conocemos, acabamos de ver los más relevantes, pero ¿Y por lo demás? Por lo demás todo va bien.










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