Rodeado de montañas donde retozan jabalíes y venados, cercado por campos donde conviven cerdos y caballos, en ese punto preciso de Sierra Morena que divide a Ciudad Real y Córdoba, se encuentra Fuencaliente, un pequeño pueblo manchego de poco más de mil habitantes. La ganadería y el negocio del aceite son los principales sustentos de este municipio en el que, al caer la tarde, como en tantos otros lugares de España, los bares se llenan de sus lugareños. Mucho vino, mucha tapa de lechón, de ciervo y de secreto ibérico.
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