El espíritu de Luis Bárcenas, que fue senador del PP por Cantabria casi durante dos legislaturas, planeará este jueves por los pasillos de la Cámara Alta donde a las nueve en punto de la mañana comparecerá Mariano Rajoy para hablar “de la situación política y económica” del país, según reza la petición que registró el propio presidente del Gobierno la semana pasada en el Congreso.
Pese a su intento de camuflar el motivo de su comparecencia, el nombre del extesorero estará en boca de todos. Incluso del propio Rajoy que no tendrá más remedio que referirse a él, cuando entre en el capítulo más espinoso de su intervención: las explicaciones que ha prometido dar “a los ciudadanos” y a los grupos parlamentarios sobre las graves acusaciones que ha lanzado Bárcenas sobre él, su partido y los dirigentes del PP, que están tan expectantes como todos los demás por saber cómo sale de esta el presidente del Gobierno. Máxime cuando las últimas noticias sobre el caso son las citaciones a declarar por parte del juez Ruz de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal; el vicesecretario de Política Autonómica, Javier Arenas, y el exsecretario general del partido y ahora líder de Foro Asturias, Francisco Álvarez Cascos.
La expectación es tanta que los servicios de Senado, donde se celebra el debate debido a que el Congreso sigue en obras, están desbordados ante la avalancha de medios acreditados –cerca de dos centenares entre españoles y extranjeros–, y las excepcionales medidas de seguridad que se están preparando por los avisos de que diversos colectivos han convocado concentraciones frente a la sede de la Cámara para pedir la dimisión del presidente.
Sin embargo, al menos en Génova tratan de aparentar tranquilidad. “Mariano está tranquilo porque no tiene nada que ocultar”, afirman en las filas del PP, donde saben que el debate será duro y bronco. “Esperemos que salga bien de esta”, comenta un destacado diputado que no tienen la menor duda de que el grupo parlamentario le respaldará y se volcará con él el jueves.
El pleno se iniciará a las nueve de la mañana con la intervención de Rajoy, que no tendrá límite de tiempo. Se espera que su discurso sea largo, dadas las circunstancias, y que Rajoy empiece yendo al grano –o eso creen algunos–, algo inusual en él ya que siempre suele hacer una amplia exposición de la situación económica y política en términos generales, para después ir deteniéndose en los aspectos concretos, como la leve mejora del paro y el tímido recorte del IPC. Dos datos a los que Rajoy se agarrará como a un clavo ardiendo.
Su intención en esa primera intervención, solemne y muy institucional, es dirigirse en todo momento “a los ciudadanos” que han depositado en él “su confianza”, a los que les asegurará que está dispuesto a cumplir su compromiso de sacar de la crisis a España dando por sentado con ello que piensa agotar la legislatura y que no va a dimitir por mucho que se lo pida la oposición.
El presidente negará todas las acusaciones que ha hecho Bárcenas ante el juez Ruz referidas a él y comprometerá su palabra en que dice la verdad, según fuentes del PP. También invitará a todos los grupos de la Cámara a impulsar las medidas de “regeneración” que ya avanzó en el debate del estado de la nación y que ahora el Gobierno quiere acelerar.
Fuentes del PP aseguran que Rajoy no dejará pasar la ocasión de reprochar a Rubalcaba su decisión de dar un plante a la Ley de Transparencia porque consideran que la ruptura del diálogo institucional es lo último que debe de hacer un partido que ha gobernado y que aspira de nuevo a hacerlo.
El formato del debate será similar a cuando el jefe del Ejecutivo informa en el Congreso sobre el resultado de las cumbres europeas. Nada más finalizar Rajoy, subirá a la tribuna Alfredo Pérez Rubalcaba, que contará teóricamente con quince minutos para su primera intervención, aunque el presidente de la Cámara, Jesús Posada, ya ha avanzado que será generoso con los tiempos. Tras él irán desfilando los demás portavoces de los grupos, de mayor a menor, acabando por el PP. El Grupo Mixto tendrá que repartirse el tiempo, como suelen hacer en este tipo de debates de política general.
La bronca vendrá en las réplicas. El presidente contestará a los portavoces de una tacada, salvo que decida en el último momento hacer lo contrario. Así que el duelo con Rubalcaba no será tan vibrante como en los debates del estado de la nación, pese a que habrá contrarréplicas.
El líder de la oposición escuchará a Rajoy y en función de lo que diga endurecerá su discurso advirtiendo de que se reserva la posibilidad de presentar la moción de censura en el futuro. En principio, Rubalcaba pedirá la dimisión del presidente aunque no elecciones anticipadas, como hará Izquierda Plural y otros grupos del Mixto como ERC, Amaiur y BNG. No le darán tregua porque creen que ya ha “mentido bastante” y su credibilidad es a estas alturas "nula”.
Una vez finalizadas las réplicas y contrarréplicas, Rajoy pondrá el broche final al debate. Después, el pleno votará el último decreto ley aprobado por el Consejo de Ministros y el Gobierno y sus señorías se irán de vacaciones al menos por unos días.