Hace una década, una amplia mayoría de los españoles pensaban que la Monarquía era una institución enraizada en la tradición y la historia española, aunque rechazaban su origen divino. No obstante, no existía una mayoría sólida que afirmara que la Corona era una institución clave para “asegurar la sucesión del poder político” o “para garantizar el orden y la estabilidad” del país. Así lo reflejaba el Barómetro del CIS de Mayo del 2004, casi 10 años antes de la abdicación del Rey Juan Carlos I. El gráfico 1 recoge los porcentajes de entrevistados “de acuerdo” y “en desacuerdo” para cada una de dichas afirmaciones.
Traer esta foto demoscópica viene a cuento, pues desde que nos enterábamos de los futuros cambios en la Jefatura de Estado no han parado de sonar y resonar esas dos palabras que recoge una de las preguntas de la encuesta: orden y estabilidad. Los monárquicos de corazón, y los monárquicos de cabeza, esbozan el argumento de la constante monárquica como garantía de equilibrio y armonía en nuestra sociedad. No obstante, hace apenas unos días veíamos de la mano de Ignacio Jurado -también con datos del CIS- cómo la confianza de los españoles en la Corona había caído en picado durante los últimos 15 años. Si en 1998 el 60% confesaba tener un nivel alto de confianza en la Monarquía, en 2013 esta proporción no superaba el 13%. Por tanto, cabe preguntarse: ¿Garantiza hoy la Monarquía el orden y la estabilidad?
No se me enfade, querido lector, pero no voy a poder responder a esta pregunta con datos actuales. La última vez que el CIS preguntó sobre esta cuestión fue, efectivamente, hace 10 años. De todos modos, la no existencia de una mayoría sólida sobre esta cuestión (como señalaba en el primer párrafo) junto a el progresivo deterioro de la imagen de la Corona, al menos arroja dudas sobre la rotundidad con la que se suelen desenvainar las espadas reales del orden y la estabilidad.
Con los datos del 2004 al menos sí podemos confirmar algunos de los aspectos socio-demográficos señalados por mi compañero de blog. Como vemos en el gráfico 2, son los ciudadanos de extrema izquierda los que menos se aferran a la idea de que la Monarquía “garantiza la estabilidad y el orden” en nuestro país. Entre los ciudadanos que se ubican en el 1 y el 2 de la escala ideológica son mayoría (55%) los que están “más bien en desacuerdo” con dicha afirmación, pero a medida que nos movemos hacia la derecha, dicha discrepancia mengua. No obstante, en el centro de la distribución (en los valores 5 y 6) -en donde se suele ubicar el grueso de los ciudadanos (el 29% para esta encuesta)- un nada despreciable 34% dice estar en desacuerdo con la idea de Corona igual a orden y estabilidad. Recordemos: esto es hace 10 años.
Los datos del gráfico 3 ya insinuaban algo sobre las diferencias generacionales. En 2004, cerca del 43% de los ciudadanos entre 18 y 44 (que son los que hoy tendrían entre 28 y 54) mostraban su desacuerdo con dicha adscripción hecha en relación al Rey. En contraste, más del 50% de los españoles en los grupos de edades comprendidas entre 45 y mayores de 65 manifestaban su convencimiento de que, en efecto, la Monarquía era garantía de orden y estabilidad.
Como decía más arriba, estos datos no son muy sorprendentes, pero tampoco son muy contundentes. Por tanto, la idea de que la institución monárquica es vital para que España no se revuelva y acabe sumida en el caos parecería ser una idea fuerza, quizás promovida por las élites políticas y mediáticas, pero, sin duda, no una convicción arraigada en la ciudadanía. No lo era hace 10 años. Y no sería muy arriesgado aventurarnos a pensar que hoy tampoco lo es.
Dónde sí encuentra un apoyo indiscutible la idea de que la Monarquía es la garantía de nuestro orden y estabilidad es en el papel cuché. Coincidiendo con la boda del Príncipe Felipe en mayo de 2004, los entrevistados en el mismo Barómetro del CIS respondieron a la pregunta de con qué interés habían seguido las noticias relativas a este acontecimiento. Entre aquellos que habían seguido las noticias del enlace real con mucho o bastante interés el 65% afirmaba que la Monarquía garantizaba el orden y estabilidad de España. Entre los que habían declarado poco o ningún interés en lo relativo a la boda de Felipe y Letizia solo un 35% se manifestaban de la misma forma, y un 48% se mostraba en desacuerdo. Curioso cruce. Curiosa -posible- fuente de legitimidad. Quizás, solo quizás, la fortaleza de la Monarquía no sea tan fortaleza como se nos repite. Entonces, quizás, y solo quizás, puede que nuestra Monarquía sea, al fin de cuentas, de cartón piedra. O mejor dicho, una Monarquía de papel cuché. Mientras no nos lo pregunten, nunca lo sabremos.