María Dolores de Cospedal puso el lunes cara de contrición cuando dijo que el PP había tomado nota de los resultados electorales y había encargado un plan para reaccionar. Después de dejar claro que su partido había vuelto a ganar las elecciones y que eso era lo importante, añadió "bien es verdad que con menos votos, con muchos menos votos". Los más de dos millones y medio de apoyos perdidos que se tradujeron en ocho eurodiputados menos no sólo aconsejaron suspender la tradicional fiesta de la victoria en el balcón de la sede de Génova. También movieron a ponerse en marcha para evitar que vuelva a pasar. En palabras de Mariano Rajoy, "hay que darle una vuelta".
Por su cuenta, los barones de Galicia, Madrid y Valencia ya habían declarado al llegar al comité ejecutivo convocado para analizar las elecciones del 25 de mayo que estaban "preocupados". Alberto Núñez Feijóo, Ignacio González y Alberto Fabra reclamaron una reflexión. Esperanza Aguirre fue más allá y pidió a Rajoy "cambios en el partido".
A puerta cerrada, Rajoy habló de un plan "para dinamizar el partido" que se pondría en marcha después del verano y que incluiría encuestas. Su sociólogo de cabecera, Pedro Arriola, presumía la noche electoral ante los periodistas de que los resultados entraban en sus cálculos y que hasta contemplaba los escaños obtenidos por Podemos.
En ningún momento Rajoy se refirió a su Gobierno más que para insistir en que las políticas aplicadas eran las adecuadas, que lo peor de la crisis ha pasado y que los españoles van a comprobar pronto cómo mejora la situación en la segunda mitad de la legislatura. Es decir, unos mejores datos de paro antes del verano y la bajada de impuestos con la inminente reforma fiscal les convencerán. Dos días después, desde Bruselas, Rajoy aclaraba que no piensa cambiar el Ejecutivo porque sus ministros "han trabajado muy bien".
Una vez reunidos los máximos dirigentes del PP, Cospedal anunció a los periodistas que el PP se ponía a trabajar en "un plan de actuación del partido y del Gobierno", que pasaba por mejorar "obviamente la forma de comunicar" y de relacionarse con el votante perdido. No dio casi detalles, pero su referencia a que el Ejecutivo también estaba implicado no sentó bien a la vicepresidenta.
Mientras la número dos de Rajoy intenta por todos los medios que las referencias a la corrupción de su partido la salpiquen y evita muchas preguntas incómodas casi cada viernes, Cospedal acostumbra a dar largas ruedas de prensa en la que es raro que algún periodista se quede sin preguntar.
A pesar de sus famosas meteduras de pata como la del finiquito de Bárcenas, fuentes de su equipo presumen de que en Génova no se niega el micrófono como sí se hace en Moncloa tras el Consejo de Ministros. A excepción del periodo en que las novedades judiciales sobre el caso Bárcenas la llevaron a esconderse y no convocar ruedas de prensa, los suyos destacan que "da la cara y se esfuerza por contestar".
De esta forma, la referencia de Cospedal a que el Ejecutivo también está incluido en los planes de mejora, no sentó bien a la vicepresidenta. Cuando se le preguntó el viernes tras el consejo de ministros, Sáenz de Santamaría espetó que el gabinete se dedica "a lo importante, a trabajar" y que siempre "hace esfuerzos por comunicar".
Más allá de una comunicación mejorable, Cospedal reconoció que gran parte de los dos millones y medio de votos perdidos "es por la crisis y los recortes". La secretaria general de los conservadores aseguró que el mencionado plan que hay que desarrollar buscará "recuperar la esperanza y las ganas de votar al PP" y reconoció que la corrupción del caso Bárcenas también ha influido en el castigo.
Lo que Cospedal no quiso explicar es si los cambios pasan por modificar la estructura que depende de ella. Con Esteban González Pons en Bruselas y Javier Arenas en una especie de limbo a la espera de un destino, Cospedal delega toda la responsabilidad en su vicesecretario más fiel, Carlos Floriano, que es quien ha dirigido la reciente campaña electoral. El diario de cabecera del Gobierno, en un duro editorial, ya ha lanzado el mensaje de que presidir Castilla-La Mancha y gobernar el PP no es compatible porque Génova "necesita una secretaría general a tiempo completo".