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"La reforma de las pensiones del Gobierno es una bomba de relojería"

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Cuando parecía que el debate sobre las pensiones estaba de capa caída, José Ignacio Conde Ruiz (subdirector de Fedea) ha publicado el libro ¿Qué será de mi pensión?, de ediciones Península, para buscar la siguiente reforma, que aspira a que sea la definitiva, al sistema de pensiones. Conde Ruiz, que fue uno de los expertos que ideó el factor de sostenibilidad que se aplica desde la reforma de 2013 y también colaboró con la reforma anterior desde su puesto en la Oficina Económica del Gobierno de Zapatero, apuesta por dar el salto definitivo con un sistema de cuentas nocionales (que ya se aplica en Suecia e Italia) en el que cada trabajador acumula sus contribuciones a la Seguridad Social de forma individual y pormenorizada, lo que le da más flexibilidad a la hora de tomar la decisión de jubilarse.

Este economista, advierte de que se están dando pasos para transformar el sistema en asistencial, con unas pequeñas pensiones iguales para todos sin advertirlo a la ciudadanía. Por eso, propone un nuevo gran pacto nacional que refuerce el sistema actual de reparto y contributividad, en el que se recibe en función de lo aportado. Para tranquilidad de muchos dice que dentro de 40 años habrá pensión. Pero... ¿qué pensión?

Pregunta: Su libro se titula ¿Qué será de mi pensión? Mi generación, la de los setenta que aún son babyboomers, ¿va a cobrar pensión pública si no se hace nada más en el sistema de pensiones?

Respuesta: Cobrar pensión, sí. Porque la reforma de 2013 garantiza la sostenibilidad. En el comité de expertos básicamente lo que hicimos fue asumir que las pensiones no podían pagarse con deuda e igualar el ingreso al gasto. El Gobierno cogió esta fórmula de equilibrio presupuestario pero no ha hecho nada mas, ni añadir ingresos en el sistema, ni proponer reformas que contengan el gasto futuro. Si es así, se congelarán para siempre las pensiones. Esta es la situación en la que estamos. Pensión sí, pero cada vez más baja. Esto genera una angustia innecesaria. Si una persona se jubila con 1.000 euros, perderá poder de compra a lo largo de un periodo impredecible. Eso hace que no sepa cómo puede gestionar su ahorro, es muy ineficiente.

Lo que ha hecho el Gobierno es una bomba de relojería para reformar el sistema. En la medida en la que no se introduzcan reformas,  las pensiones estarán congeladas, lo cual es un incentivo muy alto para reformar el sistema.

P: Entonces tendremos minipensiones, en realidad.

R: Si no se hace nada de nada por la parte de ingresos, la pensión media sobre el salario medio caerá alrededor de un 45% (ahora la pensión media equivale a un 73% del salario medio). Obviamente, esto puede variar mucho persona a persona. Pero incluso aunque aumenten los ingresos la caída será del 35%.

En cualquier caso, serán pensiones bajas, pero habrá una pensión. Serán las pensiones que nos podemos permitir dada la nueva realidad demográfica.

P: Hay una leyenda negra entre los menores de 40, y especialmente extendida entre los más jóvenes, de que no existirán las pensiones. ¿Se les puede tranquilizar?

R: Hay un riesgo para el sistema, pero en realidad lo que habrán son pensiones menos generosas. Hay que cambiar la perspectiva. Las pensiones no son un derecho estático e inamovible. Es un derecho que responde a un pacto solidario entre generaciones. En un sistema de reparto los trabajadores pagan las pensiones de los actuales jubilados a cambio de que la siguiente generación se las paguen a ellos. Gracias al avance en la esperanza de vida, sabemos que en unas décadas existirá prácticamente una ratio uno a uno entre cotizante y pensión. Yo pago hoy una pensión a cambio de que los que aún no han entrado en el sistema me la paguen a mí. En una proporción de uno a uno, si mantenemos la misma generosidad, se rompería el pacto porque los que trabajen en el futuro no estarían dispuestos a dar todo su salario para pagar nuestras pensiones. Reformar es reescribir el contrato entre generaciones para que sobreviva el sistema de reparto

P: ¿Está de acuerdo con la forma en la que está aplicando el Gobierno el factor de sostenibilidad?

R: Si no se hace nada, el ingreso va a ser inferior al gasto para siempre. Así que la congelación va a ser perenne.

P: Esto es lo que llama en el libro cuasicongelación.

R: Sí, y no tiene sentido. Hay dos formas de bajar la pensión media respecto al salario medio y corresponde a los dos sistemas de reparto que hay en el mundo. Por un lado, un sistema asistencial. Se trata de cobrar una pensión pequeña, mínima como se hace en algunos países como Estados Unidos. Esa es una vía. La otra es la de valorar la contributividad como un activo y mantener que cuanto más contribuyes, más recibes, tal y como recoge la Constitución española.

El riesgo es que se esté haciendo una transformación hacia un sistema asistencial sin avisar a los ciudadanos. Veo al menos tres señales que me indican que se puede estar dando este fenómeno.

Por un lado, se está dando lo que denomino reforma silenciosa. Se trata de congelar la pensión máxima pero ampliar la base máxima de cotización. Así, cada vez más gente recibirá la pensión máxima. El resultado es que muchos recibirán la misma pensión aunque hayan cotizado distinto.

La segunda señal es la recomendación de algunos expertos para la devaluación fiscal. Esto es, bajar las cotizaciones sociales y cubrirlas con una subida del IVA. Es perfecto para un sistema asistencial si todo el mundo cobra la misma pensión. Pero se rompe la contributividad. Parece no importarle mucho a los expertos porque el sistema español de pensiones no es como el anglosajón, que es de donde nace este tipo de recomendaciones.

Por último, hay una parte de la izquierda que dice: no hay que hacer nada porque la productividad salvará las pensiones. A más productividad, más salario. A más salario, más pensión. Así que si a más productividad, más pensión sería igualmente insostenible. La única forma es no trasladar la productividad a las pensiones, lo que de nuevo nos lleva a un sistema asistencial. Se necesita un gran pacto nacional que nos lleve a decidir si se quiere o no un sistema asistencial, del que yo no soy en principio partidario.

P: De facto ya se está haciendo la reforma silenciosa con el topamiento de las pensiones máximas. Pero se habla muy poco de eso.

R: Ahora solo un 3% cobra la pensión máxima. Pero si continúan las medidas que está tomando el PP, será casi el 50% de la población.

P: ¿Qué propone para mejorar los ingresos que entran en el sistema?

R: Introducir un sistema de cuentas nocionales. Las dos reformas anteriores han dejado preparado el camino para hacer este cambio. Es importante distinguir que las cuentas nocionales no son un sistema de capitalización. Es un sistema de reparto. A cada trabajador se le apunta en una cuenta virtual (el dinero real va a pagar a los pensionistas del momento), las aportaciones que hacen mes a mes durante toda su vida laboral. Esto se revaloriza con una tasa (puede ser el crecimiento del PIB, de la productividad…).

P: ¿Una tasa por encima de la inflación?

R: En principio sí, qué menos, pero hay que hacer cálculos.

P: Pero para entenderlo bien, como trabajador apunto mes a mes todas mis aportaciones, que supongamos que son de 500.000 euros a lo largo de toda mi vida laboral. ¿Cómo aplico la tasa?

R: La tasa se aplica de forma anual. Pongamos que es del 2% y se aplica sobre 12.000 euros al año. Al año siguiente tienen esos 12.000 más la rentabilidad de ese 2% y así voy sumando sucesivamente.

P: ¿Y qué cobro en la jubilación entonces?

R: Pongamos que acumulas un millón de euros. Entonces el trabajador puede elegir el momento en el que se jubila. Cuando se toma la decisión se aplica una esperanza de vida media que ofrezca el INE, y el pensionista debe calcular si con lo que le toca al año –desde el momento del retiro- le parece suficiente para jubilarse.

P: ¿Esto no es muy complicado?

R: Es menos que lo que tenemos ahora. Es más sencillo y transparente. Hay una cierta equivalencia entre los dos pero esta es una regla mucho más visual y sencilla. Sin penalizaciones y con menos incidencia de por ejemplo unos años de crisis al final de la vida laboral. Además, no todo el mundo se tiene por qué jubilar a la vez porque no se vive igual ni se tienen las mismas necesidades. En cualquier caso, podría haber también pensiones mínimas y máximas. Por ahora lo aplican Suecia e Italia.

P: ¿Y haría falta igualmente el factor de sostenibilidad?

R: No, porque ya está integrado ya que te aplico la esperanza de vida. Se debería eso sí escoger una edad para hacer el corte de a quién se le debe aplicar. Por ejemplo a partir de los 50 años se aplicaría el sistema antiguo y para atrás ya de cuentas nocionales.

P: Un asunto recurrente que se saca en el debate son las pensiones de viudedad. Usted aboga porque se paguen con los impuestos.

R: Sí. Pagar las pensiones de viudedad con impuestos permitiría una suerte de minidevaluación fiscal al bajar las cotizaciones que se destinan ahora a pagar estas prestaciones. Puede ser el equivalente de hasta casi un 1%.

P: También ha abierto el melón de relacionar los hijos con las pensiones, habida cuenta de que este es un sistema de reparto. Esta propuesta es muy polémica.

R: En Italia se introdujo un incentivo de este tipo y los estudios muestran que los que iban a tener menos pensión tuvieron más hijos. Así que puede haber una correlación entre hijos e inversión. En cualquier caso, me preocupa que tener más hijos tiene una cierta relación con una renta alta según los últimos datos. Pero trato de buscar fórmulas para internalizar los efectos positivos de tener más hijos en un sistema de reparto. Así que se puede barajar esta posibilidad, a más hijos más pensión. En realidad lo he puesto un poco en el libro en cierta forma a modo de provocación. Mi propuesta fundamental para mejorar la tasa de fecundidad sería la de regalar años de cotización a las mujeres que tuvieran hijos.

P: ¿Qué opina de igualar el permiso de maternidad y paternidad?

R: Me parece bien pero no sé hasta qué punto está España en disposición de gastar estos recursos. Abogo por garantizar antes la educación pública y gratuita de 0 a 3 años.

P: Los seis millones de parados que tarde o temprano entrarán en la economía lo harán con salarios muy bajos y al ser jóvenes tendrán que financiar pensiones de los que se van, que serán mucho más altas. ¿Esto qué repercusión va a tener en el futuro en las pensiones?

R: La crisis no está afectando a todos por igual. Hay un colectivo para el que mi libro ahora mismo no puede estar más lejos de sus problemas. Estas personas, que no tienen trabajo, no tienen formación, tienen un problema mucho más importante. Es un problema que me preocupa mucho, más que las pensiones, pero no sé aún cómo se puede arreglar. A estas personas hay que ayudarlas pero no a cargo de las pensiones, como se hizo durante la reconversión industrial con las jubilaciones anticipadas. Hay que ayudarlas con políticas activas de empleo.

P: Los nuevos partidos que han entrado con fuerza en el Parlamento Europeo en España han pedido bajar la edad de jubilación.

R: La experiencia me dice que los programas electorales no se hacen pensando en gobernar sino para ganar votos. Ojalá nos lo pudiéramos permitir. Pero las cuentas no salen. Si algún día gobiernan se darán cuenta de que no se puede pagar y no lo podrán hacer. Así es la política en España, los programas no se hacen para gobernar. No es el primer programa que no es viable.









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