Los sociólogos nunca se ponen de acuerdo sobre cuánto porcentaje de voto puede mover una campaña electoral. Para algunos, no más de un punto. Para otros, hasta en cinco puntos puede variar el flujo en la intención de voto si un partido hace una campaña adecuada en estos 15 días y, sobre todo, si sus adversarios se equivocan.
Sea como sea, ha comenzado la campaña electoral de las elecciones europeas, y todos los partidos que se presentan parece que se la han tomado muy en serio. Sobre todo, porque las incógnitas que despejen los votos de los ciudadanos serán muy importantes de cara al futuro y tendrán repercusiones internas en los partidos.
Ya son dos años y medio sin convocar a los ciudadanos a las urnas en toda España, tras la victoria del PP en municipales y autonómicas, y su rotunda mayoría absoluta en las generales en noviembre de 2011. Desde entonces, han pasado muchas cosas y se advierten cambios importantes en la sociedad, según las encuestas. Por ello, el resultado del 25 de mayo se leerá en clave interna, sobre todo cuando estamos ya a las puertas de un año electoral.
Uno de los cambios que apuntan los sondeos es si las elecciones europeas pueden poner fin o, al menos, serán un toque de atención para el bipartidismo que ha imperado en España desde 1977. Los expertos ponen como límite para hacer esa lectura que PP y PSOE bajen del 60% de los votos -lo habitual ha sido que superaran el 80%- en estos comicios. Eso sí podría significar el fin de un ciclo político y se podría ver reflejado en posteriores elecciones.
Los dos grandes partidos no lo ven como una amenaza. Desde el PP se recuerda que son porcentajes habituales en otros países de Europa, y en el PSOE se presume que cualquier partido socialdemócrata firmaría tener más de un 25% de los votos.
Dicho esto, el bipartidismo se la juega en estas elecciones y, aunque con toda probabilidad ganarán PP o PSOE, y entre ambos obtendrán más de la mitad de los votos, puede ser un toque de atención muy serio lo que digan las urnas.
Otra de las claves está precisamente en eso, en qué partido va a ganarlas. Casi la mayoría de las encuestas pronostica una nueva victoria del PP en los comicios europeos, aunque sea por pocos votos y escaños. ¿Qué significaría esto? Muchos temen que el PP lo interpretará como la ratificación de los ciudadanos a sus políticas de recortes y ajustes, y a su supuesta eficiencia para arreglar la economía.
Lo que no cabe duda es que para Mariano Rajoy sería un balón de oxígeno, aunque pierda media docena de eurodiputados y diez puntos en intención de voto. El hecho de ganar supondrá para el presidente del Gobierno todo un aval para "seguir haciendo lo que hay que hacer", según sus propias palabras.
El PP sólo baraja la opción de ganar, y no tiene previsto cómo administrar la derrota, aunque le preocupa mucho. Sobre todo a sus barones, que tienen sus propios comicios un año después.
En el PSOE una victoria o una derrota tendrán mayores repercusiones internas. Si fuese el partido más votado, nadie duda de que sería un triunfo de Alfredo Pérez Rubalcaba y se volvería a especular con la posibilidad de que el secretario general del PSOE se presente a las primarias con el aval de haber mantenido a flote al PSOE y lograr ganar al PP sólo dos años y medio después de sufrir su peor resultado en democracia.
Y una derrota podría abrir la caja de Pandora en el PSOE e incluso precipitar la celebración de un congreso extraordinario. Hasta algunos aspirantes a las primarias quieren esperar a ver qué pasa si se pierden las elecciones antes de decidir si se presentan.
Otras claves que pueden resolver estas elecciones están en los llamados partidos emergentes, fundamentalmente IU y UPyD. Todos los sondeos pronostican importantes subidas de ambas formaciones, que obtuvieron unos pobres resultados en las europeas de 2009. La duda está en que si dicha subida será lo bastante importante para inquietar a PP y PSOE, o si se situarán simplemente en partidos bisagra de cara al futuro. En superar la barrera del 15% de los votos puede estar la respuesta.
También las elecciones europeas van a medir la fuerza de los seis nuevos partidos que se presentan a las elecciones. Vox preocupa al PP más de lo que reconoce en público, y el PSOE no mira con buenos ojos a formaciones como Podemos o el Partido X porque pueden quitarle un buen número de votantes. Cualquiera de estos partidos que logre sacar un solo escaño en Bruselas a buen seguro se consolidará para acudir a los próximos comicios que se avecinan en 2015.
Pero todas estas lecturas políticas quedarán un tanto sesgadas por el gran fantasma que amenaza a estas elecciones, que es la abstención. Que no acudan a votar más del 60% de los ciudadanos, como apuntan algunos sondeos, es un dato clave que puede modificar las expectativas de los grandes partidos. La llamada a la movilización será el mensaje más oído en la campaña pero, de momento, no se ve mucho ambiente electoral en la sociedad.