La oficina de la agencia nacional de empleo en la ciudad alemana de Pinneberg acaba de publicar una guía donde enseñan a ahorrar a personas en paro. Entre los consejos del cuadernillo aparecen recomendaciones sobre cómo dejar de comer carne una semana o vender muebles en los mercadillos. Beber solamente agua del grifo y ducharse rápidamente son otros de los consejos que pueden leerse en dicha guía. También recomiendan mudarse a una vivienda menor y más barata.
No habría pasado de ser una recomendación desafortunada de una oficina de empleo local en una pequeña ciudad alemana si el subdirector de la agencia nacional de empleo alemana Heinrich Alt no lo hubiera calificado de ser “una guía estupenda" en su cuenta de Twitter.
Los parados de larga duración, es decir, a partir del segundo año, así como aquellas personas que no hayan trabajado nunca, tienen derecho en Alemania a una ayuda no contributiva que contempla el pago del alquiler y una pequeña suma de subsistencia que ronda los 350 euros. Las personas pueden, asimismo, trabajar hasta ganar 100 euros más.
Para acceder a estas ayudas no contributivas no se puede poseer ningún tipo de bienes o ahorros. Aquellos que tienen una casa en propiedad, por ejemplo, se ven en muchos casos obligados a venderla. Joyas y otras posesiones que sean susceptibles de ser vendidas dejan de pertenecer al parado. Tampoco se puede recibir dinero regalado de familiares o amigos. La agencia de empleo puede mandar a casa del desempleado a un controlador que tiene derecho a revisar toda la casa a la búsqueda de objetos “inapropiados“ en su nueva situación vital.
También se han oído casos en la prensa de trabajadores de la oficina de empleo que controlan a los parados en la calle, en el supermercado o que vigilan su buzón de correos para comprobar si realizan gastos fuera de lo normal o si se van de vacaciones sin pedir permiso a la agencia nacional de empleo.
Una de las pocas cosas que pueden poseer los perceptores de dichas ayudas son sus muebles originales y el dinero resultante de la venta de los mismos en el caso de que se deshagan de ellos.
Este sistema de ayuda social a cambio de prestaciones que han de realizar los parados en forma de trabajo y con sanciones en caso de que no cumplan lo que dicte la oficina de empleo ha sido denunciado en numerosas ocasiones. Una de sus detractoras más conocidas es Inge Hannemann, trabajadora de una oficina de empleo en el barrio de Altona en Hamburgo. Ella cree que el sistema es anticonstitucional porque la carta magna asegura en su primer artículo a todas las personas una “dignidad” que ella ve pisoteada mediante este sistema. Hannemann ha sido retirada temporalmente de su trabajo y pretende llevar la cuestión al tribunal de derechos humanos de la Unión Europea.