"Esto no es azul, es turquesa, mamá". Pablo (nombre ficticio) tenía dos años y era capaz de distinguir matices de colores que ni siquiera algunos adultos diferenciaban. Desde muy pequeño hacía frases completas, "con subordinadas y subjuntivos" y tenía un vocabulario muy amplio para su edad. Pero nadie sospechó, hasta que tuvo cinco años, que tenía altas capacidades intelectuales.
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