Parece mentira pero, entre el cierre de Blur, la consolidación de Gorillaz como algo más que una diversión y los proyectos colectivos con otros músicos, desde los supergrupos The Good, The Bad and The Queen y Rocketjuice & the Moon a sus aproximaciones más exóticas con Mali Music, Damon Albarn apenas se había centrado en su carrera en solitario. El británico parecía sentirse cómodo en una posición de perfil bajo, si no invisible, al menos mucho más modesta, dirigiendo sus proyectos desde la última fila y dejándose arropar por el trabajo de los demás. No deja de tener su punto que se haya decidido a hacerlo ahora, cuando se cumplen 20 años de la oleada brit-pop y la prensa musical dirige toda su artillería hacia el revival.
El Albarn de 2014 es un señor madurito (46 años, padre de una chica de 14), algunos de cuyos últimos proyectos han estado vinculados a la ópera. Esto no es ni bueno ni malo, aunque estaba por ver si el músico iba a tomar un camino parecido al de Dr. Dree (2012), la versión grabada de su proyecto escénico con el director teatral Rufus Norris, donde exhibía necesariamente una coartada conceptual. Nada que ver: Everyday Robots supone su vuelta al pop, si es que alguna vez lo dejó. Es su primer disco en solitario, aunque lo hace acompañado de Brian Eno y Natasha Khan de Bat for Lashes y con Richard Russell, jefazo del sello XL Recordings, a la producción.
Como indica su título, Everyday Robots habla sobre la tecnología diaria y cómo interfiere en lo que nos hace humanos. En su tono melancólico hay mucho de un Albarn que se ve a sí mismo envejecer en un ambiente dominado por las pantallas táctiles, los botones y los besos fríos. “We are everyday robots on our phones, in the process of getting home. Looking like standing stones, out there on our own”, canta en la canción que da título al álbum.
El mundo que describe el músico tiene algo de futuro inmediato, de pasado mañana, y en su reflexión sobre el lugar que ocupan nuestras máquinas como sustitutos de cierta humanidad hay también algo de Her (Spike Jonze): son canciones donde la vida se muestra atrapada en capturas de iPad, favorable a los sentimientos automáticos (“If you're lonely press play”) y, en general, preocupadas por el silencio en la era de las comunicaciones: “It’s hard to be a lover when the TV’s on and there’s nothing in your eyes", canta en The Selfish Giant.
Cara y cruz de la tercera revolución industrial
Albarn no es un ludita, pero como reconocía en una entrevista con The Quietus, se siente a la vez dentro y fuera de este mundo online y tecnológico en el que son cifras y porcentajes los que “determinan nuestra popularidad o nuestro valor, lo cual es muy raro”. Para Albarn, “las redes sociales son un droga”. ¿Algo más? “Está la idea de que Internet es un gran democratizador de todo, pero hoy en día es más bien como un Gran Hermano que funciona las 24 horas del día y que nos divide en subculturas y nichos. Estamos aislados”.
En estas canciones también hay experiencias personales de Albarn y recuerdos de cómo su entorno más cercano ha ido cambiando durante las últimas décadas, como en The History Of A Cheating Heart o en Hollow Ponds, que funciona como uno de esos montajes en los que una figura central permanece quieta mientras las calles, los edificios, los coches y las personas se mueven a cámara rápida y van cambiando, desde los años setenta hasta ahora. También se refiere de manera más o menos explícita a su periodo como adicto a la heroína en You & Me.
La aproximación a la música en Everyday Robots también se esfuerza en que lo sintético y orgánico convivan sin rechazarse mutuamente, lo que puede verse como una cierta thomyorkización de Albarn, que en más de un momento también recuerda a Bowie. Esto es más evidente en la parte central del disco, donde discurren de forma líquida The Selfish Giant, You&Me y Hollow Ponds (junto a dos instrumentales, Parakeeet y Seven High), canciones que se ajustan al canon Radiohead: coros celestiales y voces filtradas, electrónica que aparece sacada de una cajita de música y chasquidos digitales, pianos, guitarras y algunos arreglos de cuerda, todo ejecutado con una lentitud reflexiva y tristona. Lo que no quita para que a veces le salga el ramalazo Gorillaz, como en la estupenda Mr. Tembo. Quién nos lo iba a decir hacer veinte años, eh.
Everyday Robots sale a la venta el lunes. Mientras tanto, se puede escuchar en iTunes.
CANCIÓN DE LA SEMANA
Coldplay: Oceans
Se agradece que, después de los excesos de rock de estadio a los que se entregó el grupo en Mylo Xyloto (2011), Coldplay hayan rebajado el grado de pirotecnia y confetti musical y hayan preparado un disco “menos pomposo” en Ghost Stories (a la venta a mediados de mayo). ¿Más experimental? Por desgracia, su colaboración con el genial Jon Hopkins se ha limitado a una sola canción (esa Midnight en la que muchos han visto a Bon Iver y que ya ha sido remezclada por Moroder), aunque cada nuevo single sacado por la banda ahonda en esa producción cristalina, con las texturas gélidas propias de la electrónica y sin tanta épica (Magic).
Oceans ha sido estrenado por el grupo en la BBC, se deja mecer por suaves arreglos de cuerda y coloca en primer plano la guitarra acústica, lo que lo acerca su sonido al de los dos primeros trabajos de Coldplay, especialmente al ya lejano Parachutes (2000).
CLÁSICO DE LA SEMANA
Loop: Heaven’s End (1987)
El apabullante cartel del Austin Psych Festival, que se celebra del 2 al 4 de mayo en la localidad texana, da un idea de cuán amplio es actualmente el concepto de psicodelia, un recipiente donde cabe pop, rock, folk y electrónica, drone, sonidos del espacio, ruido y oscuridades varias. Su cartel también está lleno de joyas ocultas que buscan ser rescatadas. La vuelta de Loop tras un casi cuarto de siglo es un milagro. El grupo británico ya dio el pasado otoño sus primeros pasos hacia la vuelta a los escenarios, se dejó ver por el festival All Tomorrow’s Parties y reeditó parte de su discografía.
Loop partían de la psicodelia de los años sesenta pero en el entorno del rock alternativo de finales de los ochenta, el de la distorsión sonora de Ride y My Bloody Valentine, pero también el de los viajes espaciales de grupos al otro lado de océano, especialmente Spacemen 3 o incluso los primeros Mercury Rev. Publicado en 1987 en su propio sello, Heaven’s End fue el debut de Loop y ya hacía de la repetición y del trance la marca registrada de su sonido. Diferenciar aquí entre canciones no tiene demasiado sentido: la aparente monotonía conseguida con la repetición de unos pocos acordes esconde en realidad un trabajo imaginativo y un tratamiento complejo del sonido en el que no es difícil ver a algunos grupos de la actual hornada psicodélica británica como Hookworms y The Oscillation.
Hay en Heaven’s End también mucho de homenaje a sus predecesores, y más teniendo en cuenta que el grupo no había hecho más que dar sus primeros pasos y aún tenía por delante dos discos más: hay psicodelia y noise, rock crudo, hay mantras según la escuela del krautrock y Rocket USA es puro Suicide, por ejemplo. Como decía en una entrevista reciente Robert Hampson, cantante y guitarrista de Loop, “cualquier cosa que puedas pensar en términos musicales ya ha sido hecha antes por alguien, en algún lugar. Da igual que esté basado en la experimentación o el arte o que sea rock’n’roll sin más: ya se ha hecho antes. Lo que hace a una banda sonar diferente en es la forma en que consigue articular esas influencias. Puedes utilizarlas, pero siempre para crear algo nuevo a partir de ellas. No puedes obsesionarte con tus influencias o acabarás convertido en un pastiche”.
VÍDEO DE LA SEMANA
Real Estate: Crimes
Los chicos de Real Estate ya nos habían enseñado en un video anterior cómo tocar Crimes a través de un karaoke para guitarras, y ahora dan un paso más en este videoclip dirigido por el gamberro Tom Scharpling y protagonizado por Andy Daly. Como dice su creativo, desesperado por vender su idea y con algunos apuros económicos, el vídeo lo tiene todo: skaters zombis y vampiros, estatuas de cerámica, cameos de famosos, protestantes enfurecidos y mucho product placement.
CONCIERTO DE LA SEMANA
Femi Kuti en Madrid
Femi Kuti ha iniciado esta semana en Zaragoza la gira de presentación por España de No Place for My Dream (Naïve 2013), su séptimo disco, en el que ha pretendido volver a la esencia del afrobeat. El nigeriano pasó ayer por Barcelona y hoy hará parada en Madrid acompañado de Positive Force, una banda numerosa que le aporta guitarra, teclado, bajo, baterías, percusión, trompetas, saxos y baile. El recital es en la sala BUT y se pueden comprar las entradas aquí.