En el sexto año de la crisis, el presidente del Gobierno ensaya un discurso para el debate del estado de la nación que se recuerde como el que marcó el punto final de la crisis. Después de vender el año pasado unos cánticos de recuperación que terminaron resonando como un himno aciago, Rajoy se encarama este año a la tribuna armado de estadísticas en positivo y de anuncios que se parecerán más a promesas electorales. Los dos pilares del discurso, entregado inevitablemente un año más a la coyuntura económica, serán los del anuncio de las nuevas previsiones de crecimiento para el año y la reforma fiscal.
La cifra de crecimiento económico será el titular más rápido y efectivo que puede soltar el presidente. En los Presupuestos Generales de 2014 se dice que la economía crecerá un 0,7%, pero el ministro Luis de Guindos ya anunció a principios de año que está cifra se quedará corta y que tendrá que revisarse al alza. La prudencia invita a hacer estas revisiones al final de la primavera, de cara a presentar el techo de gasto que se suele ultimar en el mes de junio. Pero las ganas de caldear, no sólo el debate electoral, sino también la precampaña para las europeas, pueden precipitar que esta cifra se deslice mañana.
La nueva cifra que lance el Ejecutivo puede estar sobre el umbral del 1%, una mejora significativa y, aunque algo por encima, aún en línea con las previsiones de varias casas de análisis y bancos de inversión que han cifrado el posible crecimiento en torno al 1%.
Con todo, los organismos internacionales se muestran mucho más contenidos que los analistas privados, ya que descuentan que el Ejecutivo tenga que efectuar más recortes a lo largo del ejercicio para cumplir con el límite para el déficit de este año. Cualquier recorte amortigua automáticamente el empuje de la incipiente recuperación, y, de descarrilar la senda de austeridad fijada por Bruselas, el crecimiento también se resentiría por las medidas correctivas.
Precisamente, el déficit con el que cerró 2013 también es una de las cifras golosas que no se conoce en firme y que, tal y como ocurrió en el debate el año pasado, también se puede colar este año. Pero el Partido Popular no está para centrar el discurso en la austeridad y los recortes: pese a enarbolar el éxito, todo apunta a que sobrevolarán las exigencias del déficit. Con todo, la cifra mágica es la de alcanzar el 6,5% exigido por Bruselas.
Otra cifra que difícilmente Rajoy se resistirá a anunciar será una posible mejora de las cifras de empleo. De nuevo, Guindos ya avisó de que la previsión de este año es que se pudiera saldar incluso con creación neta de empleo a tiempo completo. En el anuncio de las líneas maestras de las cuentas públicas se aseguró que se podría conseguir crear empleo pero contando sólo como números de puestos de trabajo, gracias al efecto de los contratos a tiempos parcial. Sin embargo, con el sistema de contabilidad nacional, que sólo tiene en cuenta el equivalente a una jornada completa, se seguían destruyendo puestos de trabajo.
El Gobierno está convencido ahora de que se puede lograr crear empleo incluso con esa metodología. De hecho, la semana pasada en el Senado Rajoy ya avisó de que había visto los datos de febrero y que iban por el buen camino. La creación de empleo precario, unido a la precipitada marcha de la población activa, puede llevar a que se frene e incluso se recorte la tasa de paro, que es poco probable que caiga del 25%.
Desgravaciones de impuestos
A la batería de cifras que apuntalen el discurso de la recuperación se unirá con toda seguridad la de los anuncios de la reforma tributaria. Si algo le pesa a Rajoy, y sobre todo al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, es que les recuerden como el Gobierno conservador que más subió los impuestos. Hacienda está ultimando una reforma fiscal que entrará en vigor en 2015 (a cargo de los ingresos de 2014) y que servirá como munición electoral para la prueba de la reválida en las urnas de Rajoy.
Pese a que la reforma fiscal se ha propuesto como una ofensiva para mejorar la capacidad recaudatoria del sistema fiscal en España –uno de los países que menos ingresan en la Unión Europea–, por el momento sólo se han filtrado rebajas y bonificaciones fiscales. Montoro había encargado a un grupo de sabios que lanzaran una propuesta de reforma, pero desde Hacienda reconocen que ya han elaborado una iniciativa ministerial que se complementará, o no, con las conclusiones del grupo de expertos. Los asesores deben presentar sus conclusiones esta semana pero Rajoy se habrá reservado, con toda seguridad, la posibilidad de anunciar cualquier tipo de rebaja fiscal.
El Ejecutivo persigue llevar a cabo una fiscalidad que, dicen, "favorecerá a las familias". Fuentes del Ministerio de Hacienda aseguran que se dará "la vuelta como a un calcetín" al sistema tributario, que pasará a tener una fiscalidad "moderna" que se quede en un sistema "muy sencillo". Este mensaje parece contradictorio con lo que la prensa ha filtrado hasta ahora, que es un reguero de bonificaciones y desgravaciones fiscales que parece que van a complicar aún más un sistema lleno de trampas.
Por el momento, desde Hacienda reconocen que elaborarán una batería de bonificaciones ligadas a la actividades relacionadas con la familia. Con probabilidad, se bonificará la cuota de la Seguridad Social de las empleadas del hogar para aflorar este tipo de empleo. También se ligarán desgravaciones fiscales a cuestiones de sanidad o de dependencia.
En general, las actividades que requieran factura mejorarán su tratamiento fiscal por parte del pagador para que emerjan estas actividades. Desde el ministerio sostienen que estas medidas amplían las bases imponibles (la base sobre la que se tributa) y que esto es lo que provocará que se recauden más impuestos aunque se multipliquen las bonificaciones.
En concreto, y según adelanta Expansión, se incrementarán los incentivos a las mujeres que trabajen y tengan hijos menores de tres años. En la actualidad, hay una deducción de 100 euros al mes que se podría ampliar. Además, también según el diario económico, se subirá el mínimo personal, que ahora está en 5.151 euros. A estas medidas hay que sumar la eliminación del famoso "recargo temporal de solidaridad", que Rajoy ha pospuesto hasta el año que viene.
Sin embargo, se sabe poco de cómo cambiarán los tributos en la parte de las actividades profesionales. Parece que se restringirá la posibilidad de que los autónomos tributen por el sistema de módulos, una fórmula muy denostada por ser muy difícil de controlar en cuanto al fraude.
Respecto al Impuesto de Sociedades, no está claro si el Ejecutivo se atreverá a bajar los impuestos. De anunciar algo en este sentido, sería una noticia mucho más sorprendente. Por ahora las grandes empresas tributan al 30% y las pymes, al 25%; pero el tipo efectivo –lo que realmente pagan por impuestos– se queda en menos de la mitad. En cuanto al IVA, no se esperan grandes novedades aunque también puede ser mañana cuando el Ejecutivo anuncie las medidas ad hoc para la industria cultural.
En el resto de áreas económicas, una de las mejores noticias que podría desear proclamar Mariano Rajoy es la devolución de al menos una parte del rescate financiero. Pero la puesta en escena hace casi imposible que se pueda anunciar en un debate como el de mañana. La única entidad nacionalizada que puede devolver dinero a corto plazo es Bankia, y el Estado ya ha dado el mandato de vender al menos una pequeña parte. No obstante, al ser una sociedad cotizada, un anuncio así debe pasar antes por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Tampoco podrá vender Rajoy los beneficios del rescate, puesto que el crédito aún no ha regresado a la economía y el mercado inmobiliario, tan ligado a la banca, sigue de capa caída. Las otras privatizaciones en marcha (la más importante, la de Aena) tampoco parecen ir a buen ritmo. ¿Y la reforma del sector eléctrico? Este otro tema candente en el área económica es tan farragoso y complicado que lo lógico es que el presidente no quiera dar mucha cancha a la cuestión, que a buen seguro le increparán desde la bancada de la oposición.