La votación secreta e individual sobre la retirada del anteproyecto de la ley del aborto, no inquietó para nada al Partido Popular. Las previsiones, horas antes de la votación, es que habría un cierre de filas entre los diputados populares, y así se demostró. En el hemiciclo había 178 diputados del PP y la votación a favor de seguir tramitando la reforma obtuvo 183 votos y seis abstenciones.
Posiblemente, diputados de Unió Democrática de Cataluña (UDC), algunos del PNV, el diputado de UPN sumaran más votos que los diputados del PP presentes, pero la continuidad parlamentaria de la reforma tuvo un amplio resplado.
El PP ha trabajado internamente para que no hubiera fugas significativas en el voto popular, aunque admiten que hay grandes discrepancias internas con la propuesta de Alberto Ruiz-Gallardón. Su argumento ha sido que mostrar dichas discrepancias en el pleno es "caer en la trampa del PSOE" y que el debate todavía tiene recorrido y modificaciones importantes.
Por ello, no se esperaba que la votación secreta fuera a dar ninguna sorpresa. La disciplina de voto impera. Aunque la dirección del Grupo Parlamentario admite que, varios parlamentarios, han advertido de que si no hay cambios sustanciales en el anteproyecto su voto podría cambiar tanto en abierto, como en en secreto.
Por ello, como en la tensa votación de la guerra de Irak, el PP ha cerrado filas y ha sido fiel a la disciplina de voto, aunque no son pocos los diputados que reconocen que el anteproyecto de Gallardón es un auténtico disparate que no se sostiene.
Gallardón hizo gala en el hemiciclo de la disciplina de voto del PP cuando terminaron las intervenciones de los portavoces, sabedor de que tenía garantizado que la Proposicion no de Ley iba a decaer. Pero, en ningún momento, se le vio muy respaldado ni por la dirección del grupo parlamentario, ni por una buena parte de los miembros del Gobierno.
El PSOE, por su parte, esperaba que el debate fuese más una plataforma de lanzamiento para Elena Valenciano, en un asunto que conoce y domina a la perfección. Pero también en las filas socialistas, se sabía que sería un gesto más simbólico y que no iba a cambiar nada.
Alfredo Pérez Rubalcaba anunció ayer ante el Grupo Parlamentario Socialista que, sobre la reforma del anteproyecto de la ley del aborto, el PSOE no piensa negociar nada. Su única postura política será mantener la actual ley de plazos, que es la que impera en la inmensa mayoría de los países europeos.
Elena Valenciano defenderá la propuesta y, salvo anécdotas, habrá cierre de filas por el PP. Las presiones internas y la disciplina de voto sigue imperando en el Congreso.