Javier Lacalle, el hasta ahora desconocido alcalde de Burgos, acaba de anunciar que detiene las obras en Gamonal porque "no se puede garantizar la seguridad de los trabajadores". La excusa de la violencia sirve para todo, también como argumento para dar marcha atrás: para reconocer que los vecinos tenían razón y era el alcalde quien se equivocaba al querer imponer una obra que creaba más problemas de los que arreglaba y que solo interesaba a los señores del ladrillo y a sus medios de comunicación.
El alcalde camufla como retirada táctica, como un parón temporal, lo que es una derrota absoluta de su proyecto. Ahora anuncia lo que debería haber hecho tiempo atrás: la puesta en marcha de un "grupo de reflexión" que hablará con todos los partidos y también con las asociaciones de vecinos que están en contra para ver cómo se puede arreglar el conflicto con la obra del bulevar.
El cambio de rumbo estaba cantado desde ayer, cuando el propio PP nacional se decidió a actuar desde Madrid y presionó al alcalde para que diese su brazo a torcer. Lo publicamos ayer. Nuestras fuentes eran las mejores y teníamos razón, aunque el Ayuntamiento de Burgos lo desmintió. No solo Génova ha forzado al alcalde a recular. También el líder del PP local y presidente de la Diputación, César Rico, y el Partido Popular regional de Castilla y León. Según fuentes bien informadas, la estrategia estaba decidida desde por la mañana. El propio Méndez Pozo dio instrucciones a su redacción en el Diario de Burgos a primera hora de la tarde de no hacer información propia e informar solo lo justo hasta nueva noticia. Sabía lo que iba a pasar.
La solución que adopta el alcalde a posteriori es el camino por el que tenía que haber empezado: escuchar a los vecinos, en vez de al cacique local. Nadie en su sano juicio puede entender que un barrio sin apenas infraestructuras se oponga de forma tan rotunda a una inversión de varios millones de euros sin motivo alguno, solo por vandalismo o ganas de protestar. El alcalde da marcha atrás después de muchas mentiras, como esos "atentados" que solo Ana Botella sabe ver, o ese famoso "comando itinerante" de violentos con los que el Gobierno intentaba justificar qué había pasado para que las calles ardiesen en una ciudad conservadora, católica y teóricamente ejemplar.
Puede que las excavadoras vuelvan a la calle Vitoria cuando las cámaras de televisión se vaya, aunque es improbable que suceda. El alcalde le ha colocado el cartel de "temporal" a su fracaso para intentar ganar tiempo y detener las peticiones de dimisión que ahora le lloverán. Pero en caso de que las excavadoras regresen a Gamonal, lo que es seguro es que los vecinos del barrio volverán a estar allí.