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Las bibliotecas, grandes damnificadas en el recorte a las subvenciones de libros

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El recorte en las subvenciones a la edición de libros de un 72,4% con respecto a 2011, anunciado en el BOE la semana pasada, no sólo conlleva una merma de ingresos para las editoriales, sino que esconde un sistema de adjudicación pernicioso que afecta no sólo a los sellos, sino a las bibliotecas. Son ellas las que peor paradas salen del reparto desde los cambios de criterios que se realizaron en 2012 con la llegada del Partido Popular al Gobierno.

Hasta ese año, las partidas que se destinaban a las editoriales incluían una dotación de entre 200 y 400 ejemplares para las bibliotecas públicas, según han comentado a eldiario.es varios editores. Si un sello recibía x cantidad por parte de la Secretaría de Estado de Cultura para una serie de libros, estaba obligado a destinar también parte de la tirada a las bibliotecas. “Por eso, lo peor no es que hayan bajado las ayudas, sino que antes estas suponían también una compra por parte de la Administración a las editoriales y luego los libros se repartían en las bibliotecas. Ahora no hay nada de esto”, asegura Juan Casamayor, de Páginas de Espuma.

Luis Solano, de Libros del Asteroide, comparte la misma opinión: “Lo ideal es que el dinero que se otorga fuera a las bibliotecas y que estas pudieran comprar directamente”. Conclusión: estos centros, que es donde se dispone de cultura gratuita al público, llevan dos años sin recibir novedades, lo que deriva en un menor número de préstamos.

Según la Panorámica de las 52 Bibliotecas Públicas del Estado, elaborada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y que se puede consultar en su web, esta cifra es la más baja desde 2008. “Quizá los visitantes acuden a leerse el Hola o el Marca, pero no a por libros nuevos porque no los encuentran”, constata Manuel Gil, que lleva 35 años trabajando en el sector editorial y es autor del blog Antinomias del libro.

Un nuevo sistema de puntuación

El tijeretazo a estos centros públicos no es el único mal de la nueva redistribución de las ayudas para la edición. Desde la llegada del PP también se cambió el baremo para obtener la subvención. Si bien antes era una comisión de la Subdirección General del Libro la que se encargaba de seleccionar los libros subvencionados, en 2012 se estableció un sistema de puntuación, a priori más aséptico, aunque luego finalmente también sea una comisión de la Secretaría de Cultura la que analice las diferentes puntuaciones.

No obstante, con un breve análisis de las bases para la petición de la subvención se observa que la puntuación beneficia a aquellas editoriales que hayan obtenido un premio nacional de difusión de la cultura, que posean autores que también hayan alcanzado galardones nacionales o que editen obras completas. En definitiva, sellos que están consolidados y que ofrecen autores que pueden considerarse clásicos.

De ahí que en estos dos últimos años Galaxia Gutenberg haya sido la mayor favorecida. Como señala Lidia Rey, editora de este sello, “se subvencionan libros que son muy caros de hacer, con más de 1.500 páginas, mucha investigación detrás y que después no venden tanto”; ahora bien, con esta puntuación, como insiste Manuel Gil, “una editorial pequeña, con autores prácticamente desconocidos, lo va a tener mucho más difícil”.

Las cifras lo demuestran: sellos jóvenes como Baile del Sol y Capitán Swing han recibido 3.851,54 euros y 3.501,40 euros, respectivamente, mientras que Ediciones Sígueme o Gadir Editorial, con la obra de Dionisio Ridruejo, se han repartido 18.907,56 euros y 13.876,96 euros. A día de hoy, por otra parte, como manifiesta Rey, nadie ha cobrado las ayudas “cuando todos los años las recibimos en agosto”. Está previsto que los pagos se realicen a finales de noviembre o principios de diciembre.

Un precio subvencionado

Del nuevo sistema se desprende otro interrogante, y es por qué tienen que ser estos baremos los que decidan qué sellos reciben la subvención. Para Manuel Gil “es evidente que falta todo lo relacionado con la utilidad pública”. Y ahí, este experto critica que hayan recibido ayudas editoriales que “no han generado ningún puesto de trabajo o que han sustituido los contratos fijos por los mercantiles”.

Aunque para él, lo más perjudicial es que la ayuda recibida no tenga ninguna influencia en el precio de venta del libro subvencionado: “Ahora mismo no hay ningún tipo de traslado y el libro sigue costando lo mismo”. Más aún en un año en el que el precio medio ha subido un 14,6%, de los 12,6 euros a los 14,5 euros. “Si es un libro que se ha editado con dinero público, lo normal es que tuviera un precio más asequible, puesto que ya está prácticamente amortizado”, precisa Gil, quien tampoco ve mal que este tipo de títulos “pudieran pasar a dominio público en dos años”.

Un sector en reconversión

Las consecuencias que para muchos sellos (y para las bibliotecas) puede tener el recorte de ayudas y su nuevo baremo traen consigo otras fallas en un sector que se encuentra en plena reconversión. Hace unos días, la confederación de libreros, CEGAL, también hizo públicas las ventas en las librerías en el segundo cuatrimestre del año. Las cifras constataban que son los peores resultados desde el segundo cuatrimestre de 2011, con un descenso acumulado del 26,06%. En total, se generaron 184.063.732 euros frente a los 223.911.387 del primer cuatrimestre de 2013, 39.847.655 euros menos. Y eso en un país que ocupa el segundo puesto en la producción editorial.

Según el último informe de la IPA (International Publishing Association), España produce 1.692 títulos por cada millón de habitantes, un 35%% más que Alemania y un 22% más que Francia. Sólo nos supera el Reino Unido con 2.459 títulos por cada millón de habitantes. Resultado: se produce mucho y cada vez se recibe menos.

“Es evidente que está habiendo un estrechamiento del mercado. En 2012 hubo 1.100 editoriales sin realizar ninguna actividad. Es un sector que cada vez compite con más productos de ocio, y hay que tener en cuenta la autopublicación, porque va a ser un tsunami de contenidos”, conjetura Manuel Gil.

En conclusión, desde el sector no se pone en duda que sean necesarias las ayudas a la edición de los libros, más aún cuando está atravesando una crisis y cuando se recibe mucho menos que otras industrias, pero sí es necesario que haya una reflexión sobre qué libros las reciben, a quién se otorga y cómo se otorga. Y que regrese la dotación pública a las bibliotecas. “Hay un ejercicio de darwinismo brutal, el sector es cada vez más pequeño y todavía no ha despegado el digital. Veremos lo que ocurre cuando eso pase”, cierra Gil.









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