Convocar elecciones anticipadas es un gran problema para CiU. Todas las encuestas dejan claro que la tendencia de las pasadas elecciones continúa. Es decir, cae la formación que encabeza Artur Mas y ERC sube. El electorado tiene claro que si la cuestión es alcanzar la independencia, las siglas que mejor defienden estos intereses son ERC o la CUP. Esto quiere decir que, de no celebrarse la consulta, Artur Mas deberá convocar unas elecciones anticipadas sabiendo que las perderá.
Mas ya cometió un error similar en el anterior mandato, cuando convocó elecciones anticipadas para alcanzar la mayoría absoluta y terminó perdiendo 12 diputados. Un error de cálculo monumental. La diferencia es que en el anterior mandato no estaba tan claro que perdía apoyo de la población y ahora sí. Poniendo por caso que Mas estuviera dispuesto a perder el poder a cambio de guiar Catalunya hacia la independencia -algo difícil de creer-, cabría esperar que su equipo le acompañara. Cabría esperar que consejeros, asesores, diputados, secretarios generales y otras muchas figuras del partido estuvieran dispuestos a hacerse un harakiri por la patria. Y es de sobra conocido que dentro de CiU hay muchas personas que no lo ven nada claro.
En su lucha por mantener la unidad de España, el presidente Mariano Rajoy lo tenía prácticamente todo perdido si se celebraba la consulta. Pero si el proceso hacia la independencia requiere la generosidad desinteresada -y, por lo tanto, el batacazo- de Artur Mas y su formación, las cosas pueden cambiar. Puede haber quien cambie de barco. Cabe recordar que los principales empresarios prefieren que se mantenga el actual statu quo. Aún quedan muchos capítulos de la llamada -por Artur Mas- "transición nacional", pero está claro que su desenlace no será nada fácil.
La previsible respuesta de Rajoy
Los partidos políticos catalanes están dispuestos a seguir insistiendo para conseguir que el Gobierno autorice la celebración de un referéndum de autodeterminación. La carta que Rajoy ha enviado este fin de semana a Mas deja algunas puertas abiertas y defiende el "diálogo", aunque limita cualquier acuerdo al "respeto al marco legal". Y esto se interpreta como un no a la consulta.
La negativa a la votación era previsible, teniendo en cuenta que el presidente del Estado español quiere la unidad del país y que ha de jugar sus cartas para garantizarla. Posiblemente el rechazo a la consulta no sea un error para los intereses del Estado. Teniendo en cuenta que el número de independentistas no para de aumentar, que están muy movilizados -mucho más que los unionistas- y que gozan de la simpatía de muchos medios de comunicación catalanes, a nadie sorprendería que, de celebrase una consulta, acabara ganando el 'sí'. Las consultas nunca son vinculantes, pero si se celebran y gana el sí, todo el mundo tiene claro que la independencia termina llegando.
Permitir la celebración de un partido que sabes que vas a perder no parece la mejor manera de actuar. Quizás es la más deportiva -y que gane el mejor- pero estamos hablando de la unidad de España. De modo que la jugada de Rajoy puede ser poco democrática o cobarde, pero evita una derrota segura. A partir de aquí, cambia el escenario.
La opción del referéndum es, claramente, la mayoritaria en Catalunya y es el punto de encuentro donde se sienten más cómodos CiU, ERC, PSC, ICV-EUiA y la CUP y además es el camino que más apoyos permitiría encontrar a nivel internacional. También para la población, tal y como dejan claro todas las encuestas y la manera de hacer de los catalanes, la consulta pacífica, cívica, pactada y democrática es la mejor de las opciones. Cerrada esta puerta, la única manera para conseguir la independencia es la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) o convocar unas elecciones plebiscitarias. La primera de estas opciones perdería claramente el apoyo de muchos catalanes y de la mayoría de fuerzas parlamentarias, de modo que, si no hay referendo, el único camino posible son las elecciones plebiscitarias que tendrían de ser el próximo año. Después de la demostración de los independentistas en la Vía Catalana, parece bastante claro que el próximo año habrá que mover ficha, porque es evidente que la gente tiene prisa.