La Europa política y la económica están pendientes de las elecciones alemanas, mientras que las cuestiones europeas y lo que el futuro Gobierno de Berlín hará en Bruselas y en la eurozona han quedado prácticamente al margen del debate electoral germano. Esta paradoja expresa mejor que nada el lamentable estado de la UE, la inexistencia casi absoluta de perspectivas de solución de los graves problemas de la Unión y, lo que es peor, las escasísimas posibilidades de que la suerte de que los países más duramente golpeados por la crisis vaya a modificarse significativamente sea cual sea el resultado de los comicios del próximo día 22.
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