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Manual de urbanidad para nuevos pobres

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A mí me parece que las rechinantes declaraciones de la gárrula Teófila Martínez desvelan la función pedagógica de cualquier crisis en nuestro sistema. No sólo se trata de empobrecernos y de destruir nuestros derechos laborales y los servicios públicos, sino que es necesario sobre todo ponernos en nuestro sitio, es decir, hay que enseñarnos a ser pobres, pero limpios. Ese es el único motivo por el que un pobre no puede conectarse a internet, aunque sea gratis.

¿Tiene derecho un pobre a tomarse un vermut de aperitivo? Por supuesto que no, eso sería una insolencia. Si a un pobre le sobran dos euros, debería saber que tiene que gastárselos en pan o leche: el vermut en el pobre es intolerable (y con toda probabilidad pecado).¿Puede el pobre de nuestro ejemplo tomar leche en un bar y hablar en voz alta delante de un español de bien que esté tomándose un vermut? De ninguna manera,todo pobre debería saber que tiene que retirarse a una esquina de la barra y alimentarse con humildad y exageradas muestras de respeto y agradecimiento, mientras los señoritos levantan la voz y piden otra ronda con la cabeza muy alta. ¿Es lícito que un pobre bese a su novia en público? Ni hablar del peluquín, lo que en la sana y pudiente juventud de Nuevas Generaciones resulta enternecedor, en una pareja de pobres se vuelve obsceno, casi vomitivo, intolerable si encima son de cierta edad.

Tanto hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades” que nos hemos olvidado de las responsabilidades y deberes que la pobreza implica, y por eso es indispensable el esfuerzo didáctico que ha emprendido la gárrula Teófila, que nos está recordando, en este país de “nuevospobres” las normas de urbanidad de la digna pobreza. Ése es el aspecto docente de la crisis económica. No basta con que seamos pobres, tenemos que aprender a ser humildes, serviciales y bien mandados. Quizá una proyección de Los santos inocentes en los comedores de caridad ayudaría a que aprendiéramos la lección.

Recuerdo aquel cuento de mi amigo Leopoldo Alas en el que un matrimonio encuentra en la bolsa que se olvida en casa la chacha un libro de Proust. Ya no saben cómo tratarla. Empiezan a espiarla y poco después la Basi está leyendo a Hegel. Se ponen nerviosos y hasta sienten miedo. La Basi, la misma acémila que dice “me se ha caído” y “esta maleta no coge en el armario, señora”, ¿resulta que lee a Proust y a Hegel? ¿Qué hacemos ahora? ¿Está fingiendo? ¿Nos toma el pelo? ¿No estará tramando algo? Si una es pobre se le autoriza a leer en el metro a María Dueñas, pero ¿qué pinta una chacha en el vagón enfrascada en Samuel Beckett? ¿No es acaso una burda provocación denunciable?

Pues eso, gracias a la lenguaraz Teófila,el propósito didáctico de la crisis se pone por fin de manifiesto. Agradeceríamos instrucciones más detalladas, quizá con un folleto ilustrado y sencillo, algo a nuestro alcance, que nos permitiera volver a la España eterna, nuestra querida España de la pobreza limpia y alegre, solícita y silenciosa. Algo elemental, muy ilustrado y con poca letra, como las instrucciones de Ikea, que los pobres pudiéramos entender y que pusiera fin a tanto caos y desorientación: vermut NO, leche SÍ;Mozart NO, Bisbal SÍ; sombrero NO, gorra de visera SÍ; Juan Benet NO, Ildefonso Falcones SÍ; cine en V.O. NO, televisión a tutiplén SÍ; teléfonos de última generación NO, transistor con auricular para ver el resultado de la quiniela SÍ; ajedrez NO, dominó SÍ… Cuánto agradeceríamos que doña Teófila nos ofreciera la definitiva guía de conducta para nuevos pobres, a ver si aprendemos y dejamos de ser tan respondones, levantiscos e insolentes. Que nos ponga de una vez en nuestro sitio, a la altura de nuestras posibilidades.










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