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“Que 30.000 universitarios no sigan estudiando por la subida de la matrícula es un golpe de estado a la sociedad”

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A sus 79 años, José Ángel Cuerda (Vitoria, 1934) sigue con el mismo brío y estado de ánimo que le caracterizó durante su etapa como alcalde de Vitoria (desde 1979 a 1999). Fue elegido cinco veces consecutivas, lo que da idea de su ascendiente sobre la sociedad vitoriana. Su compromiso político siempre ha estado teñido de una gran dimensión social, que sigue manteniendo plenamente vigente en la actualidad. Puntero en la incorporación del medio ambiente como variable estratégica a la gestión de la ciudad, abanderó y sigue haciéndolo la lucha contra la pobreza y la exclusión social. En esta entrevista concedida a El Diario Norte desde su domicilio, flanqueado por miles de libros, Cuerda se muestra apesadumbrado y horrorizado ante la degradación de la clase política y se pregunta: “¿Pero es qué no hay ningún político capaz de enarbolar la bandera de la honradez?”. Para el ‘alcalde eterno’ de Vitoria, mientras no coincidan las prioridades de los políticos con las necesidades de la ciudadanía va a resultar imposible dar la vuelta a la situación. Y, sobre todo, apela a que el sistema educativo no descuelgue a nadie por falta de dinero. “Las educación es la base de todo. Es un golpe de estado a la sociedad y una cabronada que más 30.000 estudiantes no puedan seguir en la Universidad porque no tienen dinero para pagar la subida de las tasas”.

Pregunta: En un momento como el actual, cuando todo parece estar en cuestión, surge con fuerza el término de sostenibilidad. Pero, en su opinión, ¿qué es la sostenibilidad? ¿No se corre el riesgo de degradarlo de tanto usarlo?

Respuesta: Vivimos una crisis multidimensional, poliédrica, en la que están en cuestión todos los valores. Aspiramos a una nueva forma de vivir que se puede concretar en el término de sostenibilidad. Es el concepto de moda, se articuló por primera vez en 1987 y el tema de la sostenibilidad está en todos los ámbitos. Con lo que la esencia auténtica de la sostenibilidad efectivamente está siendo degradada, está perdiendo su verdadera naturaleza, que es la de cambiar el mundo. Una nueva forma de pensar y de actuar, de producir, de consumir. Y esto no se está haciendo.

P. Cuando usted empezó en política era másfácil ponerse de acuerdo. Usted gobernó en minoría con apoyos de unos y otros. Algo que hoy resulta impensable.

R. En mis tiempos de alcalde había varias opciones políticas, pero todos deseábamos alcanzar acuerdos. Era un clima más auténtico y por eso había incluso amistad. Había otra ilusión por trabajar. Desconocíamos la existencia de la palabra corrupción, hasta las retribuciones económicas de los concejales eran modestísimas.

P. ¿Tal vez porque en aquella época nadie se planteaba lo que iba a ganar, sino lo que podía aportar?

R. Por supuesto. Salíamos del franquismo y todos teníamos la ilusión de trazar un nuevo camino. Eso era lo fundamental. Pero al cabo de los años, la política se ha ido degradando. Y hoy en los partidos hay mucho alpinista, solo se preocupan de subir, de llegar a la cumbre y de lo que van a cobrar.

P. ¿Políticos sin conciencia social?

R. Digamos que se preocupan de un modo que a la inmensa mayoría de la población no termina de convencer. No puedo decir que el Gobierno español no esté preocupado por los ciudadanos, lo que pasa es que su forma de preocuparse es muy diferente a los anhelos y las verdaderas necesidades de los ciudadanos. Hay millones de personas que lo están pasando muy mal y los políticos tendrían que reaccionar.

P. Alegan que no hay dinero.

R. No estamos para derrochar, pero sí hay dinero. La cuestión es en qué invertimos ese dinero, qué prioridades políticas y sociales estamos abordando con ese dinero. El caso es que las prioridades políticas no coinciden con las necesidades de los ciudadanos. Hay una clase alta, unas clases medias y una clase baja que lo está pasando muy mal y a la que hay que dedicarse.

Ahora mismo estamos al borde del precipicio y sin red de protección. Y me cabrea como esta pobreza afecta a los niños. La norma fundamental  de la política es defender que todos nacemos libres e iguales. El camino hacia la igualdad precisa de solidaridad, colocarla en el corazón de las políticas públicas. Pero la realidad no es así. Y ahora me viene a la cabeza la expresión de esa diputada del PP (Andrea Fabra) que dijo “que se jodan” en referencia a los parados. Desgraciadamente eso lo vemos todos los días en los políticos: el maltrato a los ciudadanos.


P. ¿Y cómo se cambia eso?

R. Los ciudadanos elegimos a los políticos para que gobiernen y generen bienestar. Presentan sus programas y tienen la responsabilidad de llevarlos a cabo y cumplir lo que dicen, pero cuando oyes al presidente del Gobierno que no va a cumplir sus promesas porque está haciendo lo que tiene que hacer, pues te indignas y piensas que lo que tiene que hacer es marcharse. No cumple con nada de lo que prometió y, por lo tanto, está defraudando a sus electores.

P. ¿Es complicado dar con un político en el que confiar?

R. Caso Gurtel, caso Bárcenas, caso de los EREs…..¿Pero es que no hay ningún político capaz de enarbolar la bandera de la honradez? Hay una gran desconfianza en la sociedad que deriva de la encomienda que han hecho los ciudadanos y que los políticos no cumplen. Se han ganado a pulso esa desconfianza. Nos han conducido a una falta total de expectativas. Los desahucios, las preferentes...¿Es qué no hay un Gobierno que sea capaz de dar un puñetazo en la mesa y resolverlo inmediatamente?

P. ¿No cree que se está creando una justicia de dos clases, para ricos y para pobres?

R. Mi padre era abogado y aún recuerdo una frase que decía en sus tiempos, hace 70 años: la justicia es una tela de araña, si cae un cuerpo débil lo atrapa; si cae un cuerpo fuerte la traspasa. Y todo sigue igual. Aquí tenemos muchos cuerpos duros. ¿Cuánto tiempo se lleva tramitando el caso Gurtel? Incluso han echado al juez Garzón que era el más decidido. De los 70.000 presos que ahora hay en España la inmensa mayoría está por cuestiones ridículas en comparación con las tropelías de Bárcenas y compañía. La aplicación de las tasas deja en la puerta del juzgado a los más desfavorecidos. Es una situación penosísima.

P. ¿Se podía imaginar cuando usted dejó la política vivir un descrédito como el actual de los políticos?

R. Imposible. Al descrédito hay que añadir que su falta de motivación y ética repercute en los funcionarios, que son los que tienen que ejecutar sus directrices. Están desmoralizados y confiesan que da igual hacer las cosas de una u otra forma. Los funcionarios deben ser los mejores para conseguir que la ciudad funcione adecuadamente, pero si están desmotivados por culpa de los políticos poco se puede hacer. Asistimos a un continuo zancadilleo en todos los ámbitos.

P. “Al alcalde lo que no le compete le incumbe”, es una frase suya. ¿Cree que hoy en día sigue siendo así?

R. La frase no es mía. La traje de un congreso en Iberoamérica. Allí explique que además de las competencias, el alcalde hace guarderías, una casa para atender a enfermos del sida...muchas cosas que no figuran en la ley. Un alcalde venezolano me dijo: al alcalde lo que no le compete le incumbe. Y es así. Al alcalde le compete todo, debe gestionar todo donde haya problemas o necesidades. No podemos perder de vista que la comunidad política por excelencia es la ciudad. Han llegado otros políticos con otros puntos de vista. Lo único que le deseo al alcalde es que acierte porque eso ayudará a todos, sobre todo, a los más desfavorecidos.

P. Crisis democrática porque los ciudadanos no tienen posibilidad de participar

R. Probablemente los ciudadanos nos hemos hecho más egoístas, más individualistas, al final hemos hecho una dejación de nuestros derechos al dar un mandato a los políticos para que nos gobiernen y no apretarles las tuercas. No es extraño que algunos ciudadanos ya no se conformen. El estado perfecto del ciudadano es el cabreo, tener un espíritu crítico porque ponemos un montón de millones de euros en manos de los políticos para que lo dediquen al bienestar de la sociedad. Y hay que exigir cuentas. Pero nos hemos conformado, nos hemos adocenado. Hay que indignarse y tomar conciencia de que es necesario protestar y salir a la calle para expresarlo.

P. A usted que le preocupa tanto la educación y que la coloca en el primer nivel, ¿qué opinión le merece que más de 30.000 universitarios no vayan a poder seguir estudiando por la subida de la matrícula, que vayan a ser expulsados del sistema a pesar de que desean seguir formándose y terminar sus carreras?

R. Es algo monstruoso. Es un golpe de estado a la sociedad. No entiendo cómo puede haber un presidente de Gobierno y presidentes en comunidades autónomas que asuman estos hechos como algo natural, que lo justifiquen con los recortes. El dinero se gasta en otra serie de cosas que serían perfectamente prescindibles. ¿Qué es más interesante invertir dinero en el Ejército o en Educación? A lo mejor hay que reducir el número de tanques y de aviones porque el hecho de que 30.000 personas no puedan seguir estudiando porque no tienen dinero es impresentable. Inconcebible. Es una cabronada impresionante.




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