Cinco horas de trabajo, una más de actividades complementarias y hasta otras dos de tareas en casa. Podría parecer la jornada completa de un adulto, pero es el día a día de Amanda, una niña de nueve años. Va al cole por la mañana, vuelve a casa para comer a mediodía y de regreso al aula hasta las 16.30. Luego viene el baile, que le apasiona. Pero al poner un pie en casa, tiene que lidiar con la tarea más tediosa: hacer los deberes.
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