Izquierda Unida llegaba a la última semana de la precampaña electoral en un ambiente de euforia contenida y expectante. Tras las grandes dificultades que supuso la confección de la lista electoral que encabeza Willy Meyer, la organización había aparcado las cuitas internas para centrarse en un objetivo: demostrar (y demostrarse a sí misma) que son una opción alternativa al PSOE real. Las encuestas privadas publicadas por los medios en las últimas semanas así lo indicaban: mientras el bipartidismo aparecía débil, el partido liderado por Cayo Lara y UPyD enseñaban los dientes. Sin embargo, dos elementos han caído como un jarro de agua fría en el arranque de la campaña: la moción de censura que presentó el miércoles el PSOE de Extremadura y la encuesta del CIS en la mañana del jueves.
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