“El secreto del éxito reside en la sinceridad y en la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho”. Si siguiéramos esa brillante paradoja de Groucho Marx, entenderíamos el descalabro electoral que, según las encuestas, sufriría el PP en la actualidad. Porque sus líderes son ya incapaces de simular, de esconder los engaños. Mientras Rajoy dice que está “muy contento” con los terroríficos datos del paro, Soraya Sáez de Santamaría se pone histérica (“en mi puta vida he cobrado…”) y Cañete eructa que se va a pasar “un mes entero” preparando “acciones criminales” contra Soraya Rodríguez.
El colmo de la incapacidad de disimilo lo protagonizó Esperanza Aguirre, cuando la ex presidenta de la Comunidad de Madrid iba a ser multada por aparcar en el carril bus en plena Gran Vía para sacar dinero de un cajero, y casi atropella a un agente de movilidad, derribó su moto con el coche y se dio a la fuga como si Malasaña Town fuera en realidad Miami Beach. Sus sueños de alcaldesa arrastrados por el asfalto. En el sumidero de su colosal pérdida de papeles debieron de colarse algunos puntos de la intención de voto de los madrileños, pero, sobre todo, puso a su partido en una situación aún más insostenible de la que ya lo han puesto la corrupción, la estafa y las mentiras sostenidas.
Ahora resulta, pocos días después de la ida de olla (también conocida como prepotencia) de la autodenominada “sexagenaria”, que la Comunidad de Madrid anuncia que denunciará a varios agentes de Movilidad, ¡qué casualidad!, por difundir un “bulo” sobre la retirada por la grúa municipal de un coche que atribuyeron a Ignacio González (un Mercedes que se encontraba en las inmediaciones, ¡que casualidad!, de la plaza de toros de Las Ventas). La Comunidad anuncia que denunciará también a un policía municipal que divulgó que el coche del presidente madrileño estaba aparcado en una plaza reservada para minusválidos; policía, ¡qué casualidad!, que resulta ser representante sindical. La Comunidad anuncia que denunciará también a La Sexta, única cadena, ¡que casualidad!, que difundió esa “información falsa no comprobada”.
Fuera o no fuera de González el Mercedes de Las Ventas, lo preocupante de esta historieta (que convierte el relato político de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid en un tebeo preconstitucional) es lo que nos induce a pensar. Lo primero que pensamos es que el Mercedes y González tenían algo que ver. No lo podemos evitar y no se nos puede culpar por ello, dados los antecedentes de los peperos con las normas de tráfico y la seguridad vial. Acuérdense de cuando nos tachaban de conspiranoicos, y aún no sabíamos de la misa la mitad. Al ático de Marbella puedo remitirme: tampoco era suyo. Pero lo segundo que pensamos es peor: es posible que el Mercedes de Las Ventas no pertenezca a González, lo que no significa que no tengan nada que ver.
Me explico: ¿no es demasiada casualidad que lo del “falso” coche de González suceda apenas un mes después de lo del coche auténtico de Aguirre? ¿De verdad queda alguien que no sospeche de la mano vengativa de Aguirre contra los agentes de Movilidad, que propiciaron la peor foto de la furiosa? Sospechar, digo, no vaya la Comunidad a denunciarme también. Porque, ¿cómo podría la famosa superar semejante bache? Pues desprestigiando al cuerpo entero, por apuesto que sea, que diría Mariló. Si esto es un circo, no les extrañe que veamos payasos diabólicos por toda la pista. Aguirre y González podrían suponer que el bulo en cuestión le vendría al pelo al PP madrileño, no vaya a quedar alguna intención de voto despistada. El bulo del bulo. Este es el nivel y cosas peores hemos visto bajo la carpa.
En cualquier caso (si el bulo es bulo o es el bulo del bulo), estos del PP siguen campando por Madrid como quien recorre en Land Rover su cortijo. Si al señor González le han inventado un bulo unos sindicalistas muy malos, que vaya a por ellos a título personal, que práctica mafiosa tiene. Si además el bulo lo ha difundido una cadena de televisión que también es muy mala porque no es Telemadrid, que vaya a por ella a título personal, que tiene bien demostrada su tendencia a perseguir periodistas. ¿Qué es eso de que la Comunidad de Madrid emprenda acciones legales por un asunto de esta índole? Si no es cierto, se desmiente y punto. Pero, claro, nos perdemos el descrédito de los agentes de Movilidad y, por consiguiente, nos perdemos la oportunidad de limpiar los churretones de gasofa del vestidito municipal de la sexagenaria.
El caso es que este el panorama madrileño. El que, según las encuestas, lleva al PP a perder la mayoría absoluta en el Ayuntamiento (nos falta saber qué dirá ahora Botella sobre el nuevo incidente de sus agentes) y en el gobierno de la Comunidad. Lo que asombra es que estos corruptos meapilas sigan teniendo algún porcentaje de esa intención de voto. Y lo que pasma es su tenacidad, su cara dura, por simular una sinceridad, una honestidad de cuya ausencia casi nadie duda ya. Parecen marxistas. De los de Groucho, claro.