Hay un concepto, del que ya les he hablado en alguna ocasión, llamado “forum shopping”, que mal aplicado, permite burlar el principio de juez ordinario predeterminado por la Ley, escogiendo el órgano que más conviene al litigante.
Yo no digo que eso sea lo que ha sucedido en el caso de la llamada “Operación Araña”, líbreme Dios, pero hay algunos datos que conviene repasar. Lo voy a hacer al estilo de una de mis películas de juicios favoritas, “Philadelphia”:
- Hecho: el atestado de la Guardia Civil se ha presentado en la Audiencia Nacional, la semana en la que estaba de guardia el Juzgado Central de Instrucción del que es titular Eloy Velasco.
- Hecho: el magistrado Eloy Velasco tiene una tesis doctoral sobre delincuencia informática. Es prácticamente el único miembro de la judicatura, salvo error u omisión por mi parte, que puede presumir de semejante conocimiento. Es decir, es un jurista “sensible” a este tipo de materias.
- Hecho: ese conocimiento no deriva de la experiencia práctica; la Audiencia Nacional apenas tiene competencias en materias de las que están comprendidas en la Instrucción 2/2011 de la Fiscalía General del Estado, sobre criminalidad informática. En todo caso, ciberterrorismo, estafas masivas que afecten a todo el territorio nacional y poco más. Muchos fiscales de provincias, de los que forman la red de especialistas en dicha cuestión, habrá visto más casos de ese tipo en un año, que este juez en toda su carrera.
- Hecho: los hechos se cometieron en momentos distintos, y no existe ninguna conexión visible entre los supuestos autores, como demuestra que la causa se haya desgajado en piezas, que se han turnado a reparto a distintos órganos judiciales, en función de la fecha de los hechos.
- Hecho: el Grupo de Ciberterrorismo de la Guardia Civil, que depende de la Jefatura de Información, y no de la de Policía Judicial, está actualmente sobredimensionado, a la vista de la nula actividad de ETA, y de que no todos los días hay casos de reclutamiento yihadista on line que justifiquen semejante infraestructura.
¿Conclusión? Sin ánimo de prejuzgar que se trate de un pato, la posibilidad de que se haya metido en un mismo saco a chistosos de pésimo gusto y seres realmente mezquinos para justificar lo injustificable anda como un pato, tiene pico y hace “cuac”.
La verdad, no creo que se me pueda acusar de ser una persona tibia o equidistante en relación con el terrorismo. De hecho, cuando publiqué mi artículo sobre la condena de conformidad a “Loba Roja”, hubo quien me acusó de sesgado, por no tener ni puñetera idea de “la realidad vasca”. Las carcajadas al leer semejantes aseveraciones en el móvil debieron de oírse desde la “herriko taberna” que había a menos de cien metros de mí en aquel momento. Una, por cierto, en la que durante la final de la Eurocopa de 2008 y la semifinal del Mundial de 2010, para mostrar su antiespañolismo, los gudaris que la regentan enarbolaron una bandera alemana… de la RDA. Uno de los regímenes dictatoriales más opresivos que se recuerdan en las últimas décadas. Por contextualizar el grado de ignorancia, y tal. O igual resulta que eran hipsters, y estaban haciendo una revisión irónica, que todo puede ser. Como aquel miembro de un comando al que pillaron con fotos, en su cuenta de Facebook, con la camiseta de “La Roja”.
Miren, les voy a hacer una confesión muy personal: viví varios años con la sombra de un escolta, porque se había puesto de moda meterle una bala en la cabeza a los de mi gremio, como Jose María Lidón, Luis Portero, Carmen Tagle o Francisco Tomás y Valiente. Además, tengo buena relación con el hijo de alguien a quien los etarras asesinaron por el terrible crimen de escribir cosas que no les gustaban, y con algunos cargos públicos que han tenido que llevar auténticos ejércitos de guardaespaldas, porque aparecieron en listas de objetivos de la banda. Así que, bromas conmigo, sobre ese tema, poquitas.
Pero esto de la “Operación Araña”, si no hay mucho más de lo que ha trascendido en el propio vídeo presentado como nota de prensa por la Benemérita, me parece cruzar una línea roja que no se debe traspasar.
Porque, puestos a seguir en esta línea, les voy a recomendar a los que planearon la operación, la lectura de un peligroso y subversivo artículo. Está escrito al hilo de los bombazos de los insurgentes iraquíes contra las tropas angloamericanas, al comienzo de la ocupación que vino tras el fin de la guerra de 2003, “ataques terroristas” según los yanquis.
En el artículo se describe con pelos y señales el sentimiento de un pueblo oprimido, aplastado por la bota de un Ejército extranjero que, bajo el pretexto de “liberarles de una tiranía”, se ha limpiado el culo con su soberanía. Un pueblo que se rebela contra ese invasor, y que hace uso de lo que tiene a mano para hacerles daño: la emboscada, la guerrilla, el navajazo trapacero. El autor lo considera legítimo, y hasta heroico. Porque, pásmense, descubrimos al final que, en realidad, no está hablando de los insurgentes de Bagdad, sino de los madrileños que se rebelaron contra las tropas napoleónicas, un 2 de mayo de hace dos siglos. Si semejante comparación no es enaltecimiento del terrorismo, en los mismos parámetros que un chiste sobre Carrero Blanco, cuyo asesinato, según la Cultura de la Transición, se considera clave para la llegada de la Democracia a nuestro país, que baje el FSM y lo vea.
Además, por si quieren más conexiones, el autor de semejante panfleto filoterrorista pertenece a una organización en la que ocupa el sillón “T”, como la letra consonante del acrónimo ETA. ¿Coincidencia? A Iker Jiménez no se lo parecería. ¿Qué más necesitan para detenerlo?
Se lo voy a poner fácil: pueden encontrarle todos los jueves, al salir de las reuniones de la Real Academia Española, y atiende por el nombre de Arturo Pérez-Reverte. Tengan cuidado, va armado con una cuenta de Twitter. Y sabe usarla.
Nota para Sheldon Cooper y asimilados: los párrafos anteriores son una expresión de sarcasmo, y no deben interpretarse en su literalidad.
