Con las cuentas cuadradas. Así llegaron los ministros Luis de Guindos (Economía) y Cristóbal Montoro (Hacienda) al Consejo de Ministros en el que se ha aprobado el Plan Nacional de Reformas que se remite a Bruselas. La única reforma novedosa, la fiscal, apenas se detalló durante la presentación posterior al Consejo pero sí se explicaron las nuevas previsiones que el Ejecutivo ha aprobado y que sirven de marco para implementar las políticas económicas.
El nuevo cuadro tiene cambios significativos. El principal, que les encajan las cuentas para que después de la dolorosa EPA del martes, en la que se conoció que la economía española seguía destruyendo empleo, el Ejecutivo asegure que se saldará la legislatura no mucho peor de lo que se lo encontró en términos del mercado de trabajo.
Las cifras son las siguientes. De Guindos ha anunciado que espera que entre 2014 y 2015 se creen 600.000 puestos de trabajo. En los detalles está el diablo pero si se toma como referencia el primer trimestre de 2012 (el Gobierno del PP tomó las riendas en diciembre de 2011) esto haría que la ocupación se hubiera reducido solo en alrededor de 200.000 empleos.
Si se toma el último trimestre de 2011, el saldo negativo sería aún peor, ya que en los dos años que lleva de Gobierno el PP ha destruido 1,2 millones de empleos. Es decir, en cuatro años, Rajoy habría perdido 600.000 empleos. La cifra es aún más dolorosa al tirar de hemeroteca, y recordar cómo Esteban González Pons anunció que el PP crearía en esta legislatura más de tres millones de empleos.
Pero la principal preocupación de Mariano Rajoy, su promesa electoral de bajar el paro, se cumpliría por los pelos, siempre y cuando el Ejecutivo acierte con los pronósticos arrojados el viernes. Así, De Guindos cree que en este año y el siguiente se reducirán en 800.000 los parados que hay en España. Como aproximadamente hay en este momento 640.000 parados más que cuando Rajoy llegó al poder, esto le llevaría a proclamar que, efectivamente, se ha saldado la legislatura con casi 100.000 parados menos.
Pero como el mismo De Guindos reconoció en rueda de prensa, la magia de las cifras radica en la evolución de la población activa. Estos parados no desaparecen porque hayan encontrado trabajo. Se van de la cola del paro porque emigran o por el efecto desánimo, muy relacionado con el envejecimiento también, les hacen dejar de buscar empleo. Esta fuga de la población activa operará también sobre la tasa de paro que, según el Ejecutivo, se quedará en 2015 en un 23,3% de la población.
De nuevo, aquí depende del trimestre que se elija para evaluar la legislatura el Ejecutivo sale algo mejor o peor parado. En el primer trimestre de 2012 había una tasa de paro del 24%, así que técnicamente se bajaría algo el paro. Pero, cuando Zapatero se fue en 2011 el paro estaba en un 22,56%, por lo que con Rajoy habría subido.
Un crecimiento con exportaciones desbocadas
Todo este potaje de cifras -que no dejan en buen lugar la gestión de empleo del Ejecutivo- tendría además que cumplirse y en líneas generales las previsiones son a primera vista todo un desafío. En primer lugar, el Gobierno dice que este año la economía crecerá un 1,2%. Este dato se podría cumplir si se acierta la estimación del PIB que hoy mismo ha dado el INE (un 0,4% más en el trimestre) pero que a la vista de otros datos como la evolución de las ventas o de la ocupación parece difícil que se cumpla. Esto se traduciría en una creación de empleo en este año de alrededor de 80.000 puestos de trabajo (un 0,6% en términos de contabilidad nacional). Así las cosas, en los próximos tres trimestres se tiene que crear empleo a un ritmo trepidante para compensar el desastre del primer trimestre del año.
Este crecimiento se basa en una estimación de que las exportaciones crecerán a un ritmo anual del 5%, cuando en el primer trimestre del año se redujeron en un 3,6%. Además, el Ejecutivo espera que el consumo privado tire con fuerza hasta tal punto que compense la caída del gasto público y haga que sea la demanda nacional la que soporte este esperado crecimiento.
En los próximos años, el Ejecutivo prevé una curva ascendente de crecimiento que culminará con un 3% del crecimiento del PIB en 2017. Según Luis de Guindos, este 3% es el "crecimiento potencial de la economía" pero el servicio de estudios del Banco de España ha rebajado este posible crecimiento económico al 2% por la pérdida de población activa que sufrirá el país.
Estos datos macroeconómicos se combinan con una previsión de finanzas públicas que resulta en un equilibro también complicado. Así, Economía prevé que el gasto de las Administraciones Públicas caiga de forma sostenida hasta 2018, con tasas próximas al 2% anual. Sin embargo, Hacienda proyecta que el gasto público se mantenga exactamente al mismo nivel en 2014 que en 2013, esto es, en un 44% del PIB pese a gastar menos.
A la vez, Montoro le ha dicho a Bruselas que reducirá el déficit público más allá de lo pactado, hasta un 5,5% frente al objetivo del 5,8%. Cómo casan estas cifras: no se explica. Los ingresos mejorarán en el equivalente a un 0,7% del PIB pero el déficit se tiene que reducir en un 1,1%. Se podría decir que el Ejecutivo fía la diferencia a la reducción del gasto, pero dice que gastará proporcionalmente lo mismo. Unas cifras inexplicables que se justifican por el ansia de Moncloa en que Bruselas le dé el visto bueno a la rebaja de impuestos que quiere lanzar en 2015 (año electoral).
Un gasto público de fuera del euro
Más complicado se presenta aún la sostenibilidad de las finanzas públicas en los años siguientes. En la senda fiscal, el Ejecutivo sí plantea una rebaja de gasto público que terminará suponiendo solo un 40% del PIB en 2017. En la actualidad, solo Letonia (dentro del euro) tiene un nivel de gasto similar, que se quedaría casi diez puntos por debajo de la media de los países europeos. Algo así haría casi insostenible un sistema de servicios sociales públicos como el existente en España.
Un 40% de gasto público en 2017 supondría volver a niveles de gasto de 2007 pero con un estipendio en pensiones muchísimo mayor y también en sanidad por el envejecimiento de la población. En 2007 ni siquiera estaba aprobada la Ley de Dependencia. Incluso la previsión del Ejecutivo de que en 2015 solo se gaste un 43% del PIB implica retroceder al nivel de gasto de 2008.
En definitiva, y si estas previsiones del Ejecutivo se acaban cumpliendo, Rajoy cumpliría su legislatura en la Moncloa con un mercado de trabajo jibarizado hasta un tamaño de inicios de la década pasada, con un nivel de gasto público de país de fuera del euro y con una tasa de paro que aún afectaría al 23,3% de la población que permanezca en España para entonces.