En términos fiscales, tomar una copa puede salir más barato que controlar la diabetes de tu viejo compañero de vida. Pasar una noche de hotel, más barato que tratar la otitis del bebé de la casa. Pegarte una comilona, más barato que atender las heridas de las víctimas de maltrato o las fracturas por atropello de las víctimas del abandono.
Es lo que se deduce del informe de un llamado comité de sabios elegido por el Gobierno para hacer efectiva la reforma tributaria, que plantea una subida del IVA que pase productos y servicios de tipo reducido (10%) al tipo general del 21%. Bares, hoteles y restaurantes tributarían al 10%, pues los presuntos sabios (con el catedrático de Hacienda Pública Manuel Lagares a la cabeza) consideran importante para el país la industria del Turismo, mientras que si el compañero de vida, el bebé de la casa o la víctima del maltrato y el abandono no son humanos (si son un perro o un gato, por poner los ejemplos más comunes), tributan al 21%: los servicios veterinarios para animales de compañía o mascotas (es decir, miembros de la familia) pasaron hace ya más de un año del tipo reducido al tipo general (por Real Decreto Ley 20/2012). Existe un tipo superreducido (4%), reservado para bienes de primera necesidad, en el que nunca han estado contempladas las necesidades de los animales de casa, aunque en seis de cada diez hogares españoles convivan humanos y no humanos.
Un derecho que el Gobierno considera un lujo
Frente a esa decisión del gobierno del PP, decenas de veterinarios ya se han unido en la Plataforma Contra la Subida del IVA Veterinario (PCSIV), que apoyan numerosas clínicas y colegios veterinarios, propietarios (familiares, en términos no mercantilistas) y asociaciones protectoras de animales. La PCSIV denuncia que los veterinarios no queden exentos de este impuesto, como otros profesionales de la sanidad, y que el Gobierno ignore que los veterinarios también son profesionales de la salud. Obviamente, lo son, ya que su trabajo consiste en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que afectan a los animales de casa.
Pero su trabajo no es necesario solo para los propios animales, sino también, en un país que se quiera desarrollado, para la medicina familiar y para la salud pública, dado que muchas de estas enfermedades suponen zoonosis, es decir, pueden transmitirse a humanos. Como alerta el Doctor en Veterinaria Javier Nuviala, responsable editorial de la revista ArgosPet, gravar los servicios veterinarios al 21% ha supuesto ya una reducción del control sanitario sobre los animales de compañía que puede comportar un riesgo para la salud pública. Pero el Gobierno lo considera un lujo.
Salud animal + Salud humana = Una salud
La PCSIV persigue, pues, la dignificación y el reconocimiento de la profesión veterinaria como profesión sanitaria, equiparándola al resto de profesiones cuya misión es la salud y el bienestar de los humanos, y partiendo de la base de su implicación en la lucha por los derechos animales, conculcados cuando se considera un lujo su atención sanitaria. Máxime si, como recomiendan los presuntos sabios, los medicamentos veterinarios, que actualmente tributan al 10%, pasan también a tributar al 21%. Desde la Plataforma, animan a todos los veterinarios comprometidos con su profesión y a todos los humanos responsables de los animales de la familia a firmar el documento que próximamente presentarán ante el Ministerio de Hacienda.
Cabe destacar que en 2013, y por primera vez desde 1978, se detectó un caso de rabia en un perro de Toledo, producto sin duda de la falta de atención sanitaria y de vacunación. Si esta puede ser la consecuencia del “lujo” de cuidar a nuestros animales, la imagen que transmitirá España a los turistas, máxime si quieren viajar con sus perros o gatos, será la de un país que no ofrece garantías sanitarias. Así lo expresa Delia Saleno, de la Associació Empresarial de Clíniques i Veterinaris d'Animals de Companyia de Balears (EMVETIB), quién además ha advertido del aumento de abandono de mascotas debido al incremento del IVA y a los efectos de la crisis en las familias: un 30% más en el último año.
Las protectoras y las perreras están desbordadas: un drama añadido en un país donde el abandono de animales es una lacra; y los veterinarios alertan de que se les ha llegado a pedir que provoquen la muerte de animales sanos (una falsa eutanasia, como su propio nombre indica). Insisten en la responsabilidad que los humanos hemos adquirido con los animales domesticados y acusan al Gobierno de abandonar ese compromiso. Mientras, una vez más, el precio lo pagan los más débiles, los que no tienen voz ni para poder manifestar su indignación.
La cultura de la Marca España: proteger el maltrato y fiscalizar la protección
Si ya es indignante considerar un lujo la asistencia médica de animales que forman parte de nuestra familia, resulta insultante que, sin embargo, los toros se incluyan en la rebaja del IVA cultural. Los toros torturados y asesinados en las plazas, claro está: este Gobierno desalmado impulsó la declaración como Patrimonio Cultural de la tauromaquia, a la que se opone la inmensa mayoría de la sociedad española, y dio luz verde al Plan Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia (Pentauro), que firmó con vil sonrisa ese ministro de Cultura llamado Wert, quien ya ha pasado a ser el peor valorado de la historia de la democracia por intentar cargarse la educación pública y no sexista al tiempo que se dedicaba a apoyar a maltratadores de animales. Aunque no conviene olvidar que quien transfirió en 2010 al Ministerio de Cultura las competencias sobre actividades taurinas fue el ínclito Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior. Dejó unas fotos con toreros que deberían avergonzar a cualquier socialista.
Esta es la cultura que defiende el PP, en lugar de apoyar una cultura evolucionada, en la que los humanos y los animales cercanos formemos una sociedad solidaria y de progreso, una sociedad que fomente los valores de la empatía y de la compasión, que eduquen a nuestros hijos en positivo y no en sangre, dolor y muerte. Lejos de transmitir responsabilidad y respeto frente a los animales que nos han acompañado en la vida, los cachorros que han hecho nuestras delicias o los desgraciados que no han tenido esa suerte y tenemos la obligación de proteger, con un IVA del 21% se les inculca la idea de que hacerlo es un lujo que, si las cosas vienen feas, no nos podemos permitir. Eso constituye una cruel injusticia con los animales y supone un pésima educación.
El IVA de lujo para animales de casa significa gravar la calidad de vida emocional, ignorar lo que significa salud global, imponer una carga al bienestar físico, obviar los beneficios en el desarrollo de los niños, castigar a los humanos cuya única compañía es un animal, convertir a los animales en objetos de capricho, traicionar un compromiso familiar y de amistad, sancionar la única esperanza que aporta la solidaridad. El IVA de lujo solo ha traído más sufrimiento a los animales. Y más marginación, al dificultar o impedir que las familias más desfavorecidas accedan al beneficio mutuo que conlleva la convivencia con un animal. Y más precariedad laboral, pues ha provocado menos recaudación y, por tanto, despidos y ceses de actividad. Lujos, estos sí, que no podemos permitirnos, ni económica ni moralmente. Porque curar o atender a un animal herido o enfermo es un deber legal y moral.