El exministro de Fomento Jesús Caldera (Béjar, 1957) abandonará definitivamente la política al final de esta legislatura y se incorporará a su plaza de funcionario, tras más de treinta años como diputado y ocupando puestos de alta responsabilidad en el Grupo Parlamentario Socialista, el Gobierno y el PSOE.
Caldera fue diputado por primera vez tras las elecciones de 1982, pero no empezó a tener un mayor protagonismo político hasta una década después, cuando en 1993 fue nombrado secretario general del Grupo Socialista, puesto que ocupó hasta 1998.
Tras el hundimiento del PSOE en las elecciones del año 2000, Caldera lideró a un grupo de diputados que no querían que José Bono se hiciera con las riendas del PSOE, y a los que tampoco les gustaban los otros dos candidatos: Rosa Díez y Matilde Fernández.
Estos diputados, que conocían bien a Caldera por su etapa como secretario general del grupo, querían que fuera él quien encabezara una cuarta candidatura al Congreso del PSOE, pero el diputado salmantino ya sabía de la operación de José Luis Rodríguez Zapatero, y estaba dispuesto a darle su apoyo. Así lo hizo, y aquel grupo de diputados, fieles en principio a Caldera, se puso también a trabajar para el diputado leonés siendo más que decisivos en el desenlace final de aquel Congreso.
Una vez que Zapatero, inesperadamente, ganó a José Bono y se convirtió en el secretario general del PSOE, Caldera se convirtió en su número dos en el Congreso y fue nombrado portavoz del Grupo Socialista.
Una vez que Zapatero, otra vez inesperadamente, ganó las elecciones generales en 2004, todas las quinielas apuntaban a él como vicepresidente del Gobierno. Pero el líder del PSOE optó por María Teresa Fernández de la Vega y a Caldera lo quiso contentar con un denominado "macroministerio" que incluía Trabajo y Asuntos Sociales.
Aunque nunca lo ha reconocido públicamente, para él fue una decepción. Pero en los cuatro años hizo un intento por el que trabajó: una reforma laboral consensuada con los agentes sociales, subir el salario mínimo a 600 euros, la Ley de Dependencia, la Ley de Igualdad o la ley contra la Violencia de Género.
Cuatro años después vino la segunda decepción: Zapatero lo sacó del Gobierno para nombrarle director de una nueva fundación, denominada Ideas, que quería agrupar todas las fundaciones socialistas. Y ahí ha estado trabajando estos años, compaginándolo con su cargo de diputado, hasta que el escándalo de Amy Martin acabó primero con su director, Carlos Mulas, y posteriormente con la disolución de Ideas.
Caldera tiene decidido que cuando acabe su mandato como diputado -previsiblemente en octubre de 2015- y como miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE -en febrero de 2016- volverá a la vida privada y no ocupará más cargos en el partido salvo el de militante.
El exministro, que apoyó a Rubalcaba en el 38º Congreso, no se siente cómodo en la nueva dirección del partido ni en la forma en cómo se están haciendo las cosas, pero en estos momentos de su vida no tiene intención alguna de plantear conflicto.
Caldera cree que treinta años de su vida dedicados a la política son ya suficientes, y que es bueno saber marcharse. Inicialmente, volverá a su plaza de secretario de Administración Local, categoría superior.