Ponerte de drogas hasta arriba y hasta descubrir a Dios cual detective Rust Cohle. Comulgar de mentirijillas como Letizia para ver si te parte un rayo o se te inunda la cocina. Y afeitar todo tu cuerpo e irrumpir desnudo en una procesión al grito de 'hipsters de mierda'.
Circuncidar obispos.
Formar un grupo terrorista que secuestre actores de doblaje y pida como rescate la emisión de las series en versión original. Fundar el brazo político del grupo terrorista anterior con el nombre de Podemos con Subtítulos (PS). Y no condenar la violencia contra las series dobladas al castellano.
Follar sin fines procreativos. O follar con fines procreativos pero con la luz encendida y los ojos abiertos.
Ir al cine a ver '8 apellidos vascos' con una camiseta del MoMA y un libro de Zweig bajo el brazo. Reírte mucho pero salir muy serio con cara de qué vulgaridad más horripilante. A renglón seguido, escribir el guión de la película '8 apellidos andaluces': un joven vasco se enamora de la hija de un alto cargo de la Junta de Andalucía, el vasco viaja al sur y para pasar desapercibido comienza a robar dinero de los cursos de formación, consigue ser aceptado socialmente y vive una vida próspera, corrupta y feliz.
Viajar a Madrid y besar a agentes de movilidad.
Salir de procesión en la Cofradía de Nuestro Querido Líder Kim Jong-un cubierto con un capirote en forma de misil balístico. Cantar desde un balcón una saeta que relativice los grandes dogmas religiosos tomando una distancia irónica frente a la realidad y soportar con entereza académica gritos de 'posmoderno de mierda'.
Rezar para que llueva.
Poner a prueba el aperturismo del nuevo Papa visitando la Capilla Sixtina con el flequillo de 'Algo pasa con Mary'. Ver la película 'Ben-Hur' pero animando a Messala. Y leer compulsivamente a Jabois, venirte arriba y destrozar tu matrimonio.
Hacer un botellón en la tumba de Franco hasta vomitar sobre la tumba de Franco.
Atracar la Mezquita Catedral de Córdoba y llevarte los 13 millones de euros anuales de ingresos que, como no constan en Hacienda, nadie va a reclamar. Suscribir a Rouco a la Revista Mongolia. Viajar a Benidorm o similar y pasear medio desnudo por la playa, como el 90 por ciento de los católicos no practicantes.
Y visitar la librería Katakrak de Pamplona. O cualquier librería sin libros de autoayuda en el escaparate. Eso sí que es subversivo.