Hoy todo son buenas palabras. Un día después de la muerte del expresidente Adolfo Suárez las páginas de opinión de los periódicos se llenan de alabanzas a su gestión durante los cuatro años y medio que estuvo en La Moncloa y le califican como "el político de consensos" que cambió el rumbo de la historia de España con gran destreza. Sin embargo, esas mismas rotativas cargaron contra Suárez durante sus mandatos e incluso el día en que tomó la poco habitual decisión de presentar su dimisión ante la pérdida de confianza de su partido (UCD), del rey, las posibles presiones ejercidas desde el ejército y la caída de popularidad entre los votantes.
El editorial de El País el 30 de enero de 1981 recriminó a Suárez por su "debilidad" al dimitir antes de que se celebrara el congreso de su partido. "Es sencillamente un insulto al pueblo español irse como Suárez se ha ido, dando una espantada digna de la famosa e histórica de El Gallo", expresaba el diario entonces dirigido por Juan Luis Cebrián, que especulaba con las posibles causas de la marcha del presidente: "Es una vergüenza que el primer partido del Parlamento no sea capaz de explicar la dimisión de su propio presidente".
"¿Cuáles son las verdaderas razones de la dimisión?", se preguntaba El País, que admitía que las presiones del ejército habían sido desmentidas, aunque lamentaba la presencia de esos "fantasmas". También especulaba sobre la posible falta de confianza del rey y de las presiones de los sectores reaccionarios de UCD y la derecha española. En cuanto a la posibilidad de su marcha para luego volver, el editorial era tajante: "No puede volver quien de manera sorpresiva y sin explicaciones razonables ha puesto al país al borde del vértigo. Así no se gobierna una nación en democracia". Para el periódico el continuismo de Suárez hasta las siguientes elecciones era necesario, pese a las "torpezas" y "errores" cometidos por el Gobierno.
ABC fue más benévolo respecto a la dimisión, pero cargó contra la política de Adolfo Suárez. El día después del anuncio de su renuncia, el periódico que entonces dirigía Guillermo Luca de Tena reconoció las labores desempeñadas en un primer momento, pero destacó la "política titubeante" y los "errores palmarios" que llevaron al presidente a esa situación. Para ABC, que calificó de "noble" el gesto de su dimisión, Suárez había perdido "su estrella".
La Vanguardia calificó la "hoja de servicios" de Adolfo Suárez como "positiva", aunque también señaló que había tenido "errores". El rotativo catalán también enfatizó la pérdida del "control de la máquina de su partido", pero celebró la dimisión al tratarse de un gesto "positivo" que obligaba a poner en juego los mecanismos de las instituciones democráticas. "Sea cual sea la orientación que tome el partido gubernamental, lo cierto es que la situación económica, social y política del país es demasiado delicada para según qué tipo de especulaciones. (...) La responsabilidad del curso a seguir ya no es del señor Suárez. Es, en primer término, de cuantos habían instigado y propiciado su caída. Ahora les toca a ellos demostrar que pueden ofrecer soluciones de gobierno que no tuviera el presidente dimitido", concluía el editorial del periódico dirigido por Horacio Sáenz Guerrero.
"En UCD se ha repetido el mito del artilugio mecánico que destruye finalmente a su constructor". Así resumía el editorial de El Periódico la caída de Suárez. Aunque también reconocía los "servicios" prestados al estado, le recriminaba que su gusto por el poder le había llevado a mantenerse en el Gobierno tras la aprobación de la Constitución. "Suárez lo era todo el UCD, pues con la misma facilidad que había otorgado parcelas de poder podía quitarlas. El supuesto carisma de Suárez no era tal. Lo que sí tenía era prebendas para repartir", señalaba el diario catalán, que repasaba los problemas que atravesaba España en ese momento, como la crisis económica o la inseguridad.
"Adolfo Suárez, cuya procedencia política siempre ha estado clara, se iba aprendiendo la lección democrática al tiempo que gobernaba, y de ahí las segundas y terceras lecturas, casi siempre restictivas, de la Constitución", expresaba
el diario de Antonio Franco . Finalmente, el editorial agradecía la "sinceridad" de Suárez al dimitir: "Es el último servicio prestado a un país al que le interesa más el sistema, la democracia, la salida de la crisis económica y la estabilidad que las personas".