Tras haber dejado atrás a su novia narcotraficante, para la que movió una maleta llena de dinero de la droga hasta Europa, Piper Kerman (Boston, 1969) vivió de forma tranquila durante seis años. Hasta que pasado ese tiempo la policía se presentó en su casa para comunicarle que estaba acusada de conspiración para cometer un crimen. La habían delatado, y aquel error cometido en una etapa de lujos y viajes exóticos gracias a los billetes del narcotráfico puso fin a su vida normal.Tanto que le costó 13 meses en prisión.
Al salir de la cárcel de Chigago, Kerman decidió contar su historia en Orange is the new Black. Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres (Ariel). Un relato que sedujo a la productora estadounidense Jenji Kohan (Weeds), por lo que decidió hacer una serie contando cómo es la vida en una cárcel femenina. Piper Kerman ejerce de asesora en la ficción que cuenta su vida y emite Netflix, algo con lo que se muestra muy satisfecha. Y no es para menos: la serie fue una de las mejores de 2013, y las ventas de su libro se dispararon. Una recompensa sustanciosa tras haber pasado sus peores días en la cárcel.
Tras pasar 13 meses en prisión, ¿necesitó reinsertarse en la sociedad?
No, diría que no. Pasaron 10 años desde que cometí el crimen. De todas maneras, en Estados Unidos no se apuesta mucho por la rehabilitación entre las paredes de la prisión. Eso influyó en que odiase siempre la cárcel.
¿Por qué?
Por dos razones: la filosofía americana está enfocada al castigo, y no a la reinserción, porque la prisión en Estados Unidos es muy punitiva. También porque las cárceles estadounidenses están abarrotadas, mucho más allá de su capacidad. Metemos a mucha gente en la cárcel. Esta es la realidad de mi país. Puedes ocupar al máximo las cárceles, o mantener el orden y la seguridad, y allí se opta por lo primero. Pero cuando el número de presos excede en número es muy difícil lograr reinserción alguna.
¿Qué fue lo primero que pensó cuando la policía se presentó en su casa?
Me acusaron de conspiración para cometer un crimen, por lavar dinero. Habían pasado muchos años desde que estuve con mi examante, de los viajes con el dinero de la droga... Pero cuando les ví en la puerta supe que la cosa iba muy en serio. Me asusté muchísimo.
¿Su familia sabía algo?
No, nada de nada. Se quedaron muy impactados, y cuando me comunicaron que iría a juicio estaban destrozados.
¿Cuál es la mayor mentira sobre una prisión de mujeres?
Quizá la percepción de que la mayoría de presas han cometido crímenes violentos, cuando en realidad no es así. Una gran parte han cometido delitos menores relacionados con drogas, pequeñas estafas... Pero muy pocas están allí por asesinatos o similares.
¿Por qué se suele creer que las mujeres en prisión son homosexuales?
No todas lo son (risas). Somos seres sexuales, y aunque nos metan entre rejas también. En la cárcel está todo el espectro de la sexualidad humana: gays, lesbianas, bisexuales... Ves de todo. El problema continúa siendo la masificación. Sea cual sea tu opción, no vas a tener intimidad, y vas a estar obligado a hacer cualquier cosa en público.
¿Cómo fue su salida de la cárcel?
Me liberaron en Chicago, y fue una experiencia muy rara. En la prisión no me decían nada pero yo sabía que era el día que me tocaba salir. Ellos no lo confirmaron hasta el último momento. Me trasladaron a la entrada, me dijeron que no tenían ropa de mujeres, y me dieron de hombre, la más pequeña que tenían para que no me quedase tan grande. Me dieron 20 dólares, me bajaron en ascensor, y me dejaron en la puerta. Y hasta ahí. Hacía mucho frío, pero por suerte estaba mi prometido esperándome.
¿Mantiene contacto con las reclusas con las que coincidió?
Hice amistad con varias y mantengo el contacto con la mayoría de ellas. Han estado en mi casa, nos hemos visto otras veces... Y creo que ser su amiga es como un tesoro y es importante.
¿Tuvo enemigos en la cárcel?
¡Intenté no tenerlos! (Risas) Si estás allí no quieres tener enemigos. Esto es algo que aprendí muy pronto. Así que no, diría que no.
Usted trabaja ahora por la defensa de los derechos de las reclusas. ¿Qué se puede hacer por ellas?
Tomé la decisión cuando me liberaron. Quería intentar que se diese más importancia y reconocimiento a estos problemas en las cárceles. Escribir el libro fue una de ellas, ya que creo que contando mi experiencia puedo hacer ver qué ocurre en la cárcel, por qué están allí las mujeres... En definitiva, buscar que la gente piense diferente. Ahora trabajo con ONG, algunas políticas y otras de reinserción, para intentar mejorar su vida en la celda.
¿Cuándo decidió escribir su historia?
Justo cuando volví a casa tras salir de prisión. Salí en 2005, pero hasta 2007 no me decidí a escribirlo. Hasta que finalmente en 2010 lo publicaron.
En el libro y en la serie muchas situaciones provocan la risa. ¿Usted se rió en algún momento al estar allí?
Creo que el humor es importante, te permite sobrevivir en situaciones muy difíciles, como la prisión. Si no llego a tener sentido del humor, habría sido más difícil sobrevivir allí. Una de las virtudes de la serie es que mezcla comedia con asuntos muy delicados, algo muy difícil de lograr. El libro es algo más serio, pero también relato pasajes más distendidos.
¿La idea de la serie fue suya o de Jenji Kohan?
Fue de ella. Cuando estaba de gira presentando el libro, en Los Ángeles quedé con Jenji para comer. Me hizo muchísimas preguntas, se la veía muy interesada, hasta que me dijo que le gustaría que Orange is the new Black fuese su próximo proyecto. Me impresionó mucho con sus preguntas y su curiosidad, y con su manera de contarme que quería adaptarla a televisión. Jenji quería indagar más en todo lo relacionado con lo que relataba en el libro, y eso hizo que confiara en ella desde el principio, porque sabía que lo haría de la manera más acertada.
¿Conocía Weeds, la serie anterior de Kohan?
Sí, y me gustó mucho. Me parece una historia muy provocativa, que mezcla humanidad y comedia. Y eso quería para la serie sobre el libro. No quería que fuese un biopic que resultase muy serio. Si alguien se hubiese dedicado a contar en la adaptación lo que ocurría en el libro línea por línea creo que no habría salido bien. Quería alguien con una perspectiva personal para llevarlo a la vida.
¿Se parecen en algo su examante Nora y la Alex que interpreta Laura Prepon?
El personaje es muy diferente a la personal real. Es un buen ejemplo de la adaptación. La historia que hay detrás de casi todos los personajes es ficticia, no están sacadas del libro. Laura Prepon es fantástica, pero no se parece en nada a cómo era Nora realmente. Para empezar, es mucho más alta (risas).
¿Se ha quejado alguien por lo que escribió en el libro?
No a mí directamente. Solo me han llegado buenas palabras de la gente con la que coincidí en la cárcel, algo muy positivo. Cuando escribes algo para los que no han estado en la cárcel, que te elogien los que realmente la conocen es lo mejor que me podía pasar.
¿Ahora es rica gracias a la cárcel?
No creo que sea por eso. He ganado dinero, pero no por la experiencia en prisión, sino por haber escrito el libro. Es distinto.
Su relación con Nora, ¿fue amor o solo ganas de tener aventuras?
Creo que se mezclaron varios factores en aquel momento. Una persona simboliza algo diferente en cada momento, tal como que te ofrezca hacer cosas distintas, y solo por eso puedes enamorarte de ella. Eso me pasó a mi con Nora.
¿Cuál fue el mejor momento en aquella etapa?
Fue muy emocionante ver partes del mundo que de otra manera no habría conocido. Me atraía mucho hacerlo, como ir a Indonesia y a otros lugares en los que nunca imaginé que iría. Si tuviera que escoger algo sería eso, pero no me lo pasé demasiado bien en aquellos viajes. Todo porque el negocio de la droga da miedo, y es tedioso y repetitivo. Además del riesgo.
Hasta que decidió romper con Nora y sus negocios, ¿cuántas veces se le pasó por la cabeza salir de aquello?
En realidad fue un periodo muy corto de mi vida, pero en principio no pensaba que estuviese haciendo algo malo. No creía que llevar una maleta llena de dinero de la droga fuese algo tan criminal, aunque sabía que era ilegal. Pensaba que no traficaba con drogas, y con eso me daba por satisfecha. Lo de la maleta cambió todo, porque fue muy arriesgado y me dio miedo hacerlo. Así que en cuanto acabé aquello, volví a casa y rompí con ella.
¿Por qué lo hizo entonces?
La combinación de amor y sentir que haces una locura, algo arriesgado, influyó mucho. Al final lo ves de otra manera. Lo peor fue tener que contarle a mi abuela, cuando me preguntó qué había hecho con el dinero, que yo en realidad no hice aquello por ganar dinero.