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La esclavitud rescata a los Oscar de la ingravidez

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"Entre todos los nominados acumulan 1400 películas y 6 años de universidad", ironizaba Ellen Degeneres al comenzar la gala. Pero dos de estos eruditos son los que nos han mantenido en vela durante toda la noche. Alfonso Cuarón y Steve McQueen se han impuesto, cada uno a su manera, en la 86 edición de los Oscar. El primero en todas las categorías técnicas, banda sonora y en el goloso galardón a Mejor Director por su Gravity, y el segundo en el premio gordo, en el broche de la velada.

"Todo el mundo merece no sólo sobrevivir, sino vivir", así dedicaba su director el premio a Mejor Película por 12 años de esclavitud. Al legado e inspiración de Solomon Northup y a los 21 millones de personas que aún sufren este drama humanitario. Lupita Nyong'o también tuvo su momento de gloria en el escenario, relegando a fuertes contendientes como la adorada Jennifer Lawrence o la veterana June Squibb. La actriz novel agradeció su premio pese a ser consciente de que su "felicidad es debida al sufirmiento previo de muchísima gente".

Su homólogo masculino, Jared Leto, se hizo con la estatuilla por su radical interpretación -física y psicológica- de enfermo de sida en Dallas Buyers Club. "Estamos aquí celebrando mientras vosotros lucháis por vuestros sueños", fue su gran frase dirigida a los conflictos de Ucrania y Venezuela. Era uno de los premios más esperados junto al de su compañero de reparto, Matthew McConaughey. El actor desbancó al favorito Lobo de Wall Street, alimentando así la leyenda negra que persigue a DiCaprio por las alfombras rojas.

Escándalos disimulados y guiones emotivos

La polémica previa a la cita en el Dolby Theatre fue la del supuesto escándalo sexual de Woody Allen. La pregunta que se cernía sobre la cabeza de Cate Blanchett era si se vería afectada por las malas lenguas. El resultado cerró las bocas a los escépticos y colocó en sus manos el segundo Oscar de su carrera. Su interpretación de dedecadente dama de alta sociedad, adicta a los narcóticos y con principios de bipolaridad, se vio merecidamente recompensada. No así el guión original de Blue Jasmine, que apenas recibió aplausos y perdió frente a la maravilla intimista de Her.

Spike Jonze recogió su figurín cuando aún teníamos en la mente la interpretación de su cantante fetiche, Karen O, de The Moon Song. Su banda sonora, su estética y Joaquin Phoenix han conquistado el mundo y los palmarés. En su categoría hermana se premió el trabajo de adaptacion de 12 años de esclavitud, un laurel que ya calentaba motores para el final. El único campanazo que podía tenerse en cuenta en estas secciones habría estado protagonizado por Nebraska y La gran estafa americana, pero ambas se fueron de vacío. 

Otro de los escándalos sonados fue el de la descalificada Alone not yet alone en Mejor Canción. No sabemos si influiría en algo, pero Frozen tuvo una noche muy dulce. Su éxito en esta categoría con el tema Let it go y su galardón como Mejor Animación, completaron el pleno. Miyazaki se llevó de vuelta a casa a Se levanta el viento, una total sorpresa de la gala, de las que no abundaron. Para muestra, que La gran belleza continuase con su estela imparable y se impusiese sobre sus tremendas contrincantes europeas, La caza y Alabama Monroe

Demasiado bonito estaba siendo el alarde de causas perdidas, cuando a Hollywood se le vio el plumero. La categoría reveladora fue la de Mejor Documental, en la que ganó 20 feet from stardom. La cinta narra las curiosidades de la vida privada de algunos mitos musicales. Este frívolo leitmotiv se impuso sobre el drama humano en la Indoniesia de 1965 de The Act of Killing, que partía como favorito en todas las quinielas. Otra de las tristes noticias fue que el corto español Aquel no era yo no pudo conseguir su particular sueño americano.

Un selfie para la historia

Pero no todo fueron momentos trascendentales en la Meca de los premios hollywoodienses. El humor ácido de la presentadora y sus dardos hacia Liza Minelli, el peinado "santo" de Jared Leto o las caídas de Jennifer Lawrence despertaron las carcajadas en el Dolby Theatre. La humorista consiguió que no echásemos de menos a Amy Poehler y a Tina Fey, al menos durante las primeras dos horas.

Sin embargo, de lo que no puede presumir este dúo es de haber hecho historia con un selfie. Cual David O. Russel, Degeneres reunió bajo el flash de su móvil a una liga de extraordinarios que ha batido récords en Twitter. Pensábamos, inocentes, que el photobomb de Benedict Cumberbatch en la alfombra roja iba a hacer las delicias de internet hasta que llegó @TheEllenShow. Nos esperan días de grandes montajes con la fantástica foto. Al menos contamos con una anécdota que se sumará a otra más resumida: la pizza.

Este año no tuvimos pezones de Anne Hathaway, pero sí sombrero loco de Pharrell Williams. Y con Williams también el contoneo de Meryl Streep y el desmelene de Lupita Nyong'o. No son momentos muy míticos, pero darán para unos cuantos gifts.

Otras historias recordadas, y mucho menos risueñas, son las de los que nos han dejado en este año tan negro para el cine. El In Memoriam nos ha hecho un resumen dolorosamente largo y protagonizado por caras demasiado jóvenes. Desde James Gandolfini a Phillip Seymour Hoffman, pasando por los más maduros Peter O'Toole, Joan Fontaine o Harold Ramis. Todos como embajadores de un cine y una industria que, aunque criticada, es poderosa e influyente hasta los límites del absurdo. Pero que también nos regala a grandes Capote, Lawrence de Arabia, Egon Splenger, Rebecca o Tony Soprano. Y eso es algo que siempre debemos agradecerle. 









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