Las ocurrencias se pagan. Y el PSOE o el Partido Socialista de Navarra (PSN) parece que tendrá que abonar su peaje por la arriesgada apuesta de anunciar la presentación de una moción de censura contra la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, tras el escándalo denunciado por la exdirectora de la Hacienda navarra, Idoia Nieves, sobre un presunto trato de favor o información privilegiada sobre determinadas personas, promovido desde el Ejecutivo foral.
Dicha denuncia motivó que el secretario general del PSN, Roberto Jiménez, anunciara –con cierto permiso de la dirección federal del PSOE– que era imprescindible constituir una comisión de investigación sobre dicha denuncia, tras la cual, se iría probablemente a la presentación de una moción de censura para desalojar del Gobierno navarro a la actual presidenta y convocar elecciones anticipadas. El éxito de dicha moción tenía que contar, obligatoriamente, con el voto de Bildu.
La comisión se creó y, este viernes, llega a su fin con la presentación de conclusiones. Pero el problema está ahora en el paso siguiente que hay que dar. Y entre el PSOE y el PSN hay una división total.
Ferraz tiene decidido que no se presentará una moción de censura, pero una buena parte de los socialistas navarros creen que sí hay que hacerlo. Según un dirigente del PSN, echarse atrás ahora "no nos lo perdonarían los navarros en muchos años".
A cambio, la dirección federal plantea una reprobación a Barcina, que no tendría más que carácter simbólico porque, aunque se ganara por la actual composición del Parlamento navarro y también con el voto de Bildu, no tendría efectos prácticos.
Algunas fuentes apuntan que hasta cuatro de los nueve diputados del PSN en el Parlamento foral podrían irse al Grupo Mixto, lo que supondría toda una ruptura en el socialismo navarro.
Quien más difícil lo tiene es el secretario general de los socialistas, que o rompe con Ferraz o con una buena parte de su partido. Incluso cada vez son más las voces que dicen que todo pasa por su sustitución, ante el grave error político que ha cometido. Aunque, hoy por hoy, son más los que apoyan al dirigente socialista navarro para ir a la moción de censura.
Desde la dirección federal, se está intentando todo y negociando a todas las bandas para buscar hoy un acuerdo que salve los muebles, aunque parece difícil. La negociación se centra en fijar las conclusiones de la comisión de investigación –que no ha servido casi para nada– y ver cómo se explica el paso siguiente.
Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo aseguran que habrá una solución razonable. Pero los jirones de este envite parece que durarán bastante tiempo, sea cual sea el apaño que se haga en estas negociaciones.
En Ferraz no quieren que la moción de censura con el apoyo de Bildu sea utilizado por el PP en la campaña electoral de las europeas. Y en Navarra se teme que el PSN se rompa en pedazos.
