Como en una partida de póquer, con alguna que otra carta marcada y sin límite de apuesta. Una partida donde los jugadores lanzan algún que otro farol, esconden sus bazas hasta límites insospechados y en la que hay alianzas bastante sorprendentes. El problema de esta apuesta es lo que está en juego: el futuro de la principal compañía pesquera de España. Un envite que ya dura un año y en el que parece haber ya un vencedor.
Pescanova entró en barrena hace exactamente un año: el 28 de febrero de 2013, cuando a última hora, con nocturnidad, reconoció a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que no podía formular sus cuentas anuales del ejercicio 2012 hasta que no lograra vender “ciertos activos” y apelaba a la Ley Concursal para poner en marcha la renegociación de su deuda. Ese era, precisamente, el primer farol: una deuda que en unos meses fue creciendo exponencialmente hasta llegar a rozar los 4.000 millones de euros.
Damm, de socio minoritario a clave
Un año después, el jugador que lleva la voz cantante en Pescanova es el grupo cervecero catalán Damm, que debe hacer oficial su propuesta de reestructuración este lunes 3 de marzo. Aunque actualmente sólo posea cerca del 6% de las acciones, su propuesta, que ya tiene el visto bueno de la banca acreedora española, es llegar a controlar alrededor del 50%.
Inyectarán nuevos fondos, hasta 300 millones de euros, y se vestirá como socio industrial de referencia. Será el salvador de una compañía que, por cuestiones políticas, a nadie le interesa dejar caer. Además, la cervecera de la familia Carceller se reforzará como actor esencial de la industria alimentaria española, ya que es uno de los socios de referencia del grupo Ebro Foods y también controla, por ejemplo, la cadena de restauración Rodilla.
Si Damm pone el nombre y la capacidad industrial, su cara visible en esta pugna por el control de Pescanova es Juan Manuel Urgoiti, a quien colocó hace unos meses en la dirección de la compañía aprovechando su experiencia en estas lides (fue consejero delegado del BBV, luego del BBVA, y presidente del Banco Gallego). Un buen conocedor de las tácticas de la banca en este tipo de negociaciones.
La cervecera se ha llevado el gato al agua porque en buena medida ha dado a los bancos españoles prácticamente lo que habían pedido. En este pool, la voz cantante la llevan Sabadell, La Caixa, BBVA, Bankia, Popular y Novagalicia Banco, que rechazaron la propuesta inicial de Damm, que suponía una quita del 80%, o incluso más.
Ahora, según las últimas negociaciones, están dispuestos a aceptar que la quita sea del 70%. Es decir, perdonarían siete de cada diez euros que les debe Pescanova a cambio de ser la mano derecha de Damm. El que abandonó la partida en cuanto pudo fue el Banco Santander. Se quitó del medio hace unas semanas al vender su parte de la deuda, cerca de 70 millones, a un fondo buitre británico a precio de saldo.
El respaldo de los bancos es además determinante para lograr el visto bueno de la administración concursal. Son los bancos los que tendrán que aportar en el futuro nueva financiación. Pero faltan por desvelarse los detalles del proyecto de Damm, los que han de tener la suficiente letra pequeña como para contentar a todo el mundo. Tampoco se sabe si finalmente se mantendrán todas las filiales, como las de Chile o Portugal, que hasta el momento han sido un quebradero de cabeza para las finanzas del grupo vigués.
Junto a Damm han estado hasta ahora tres firmas de inversión: Luxempart, KKR y Ergon Capital. Todo indica que estas dos últimas pueden caerse de la propuesta conjunta entre Damm y la banca, a no ser que tengan más cartas bajo la mesa y vean que pueden obtener más beneficio quedándose en Pescanova que fuera de ella.
El exministro Eduardo Serra, al frente de la contraoferta
Una cosa está clara en la crisis de Pescanova: hay posibilidad de hacer negocio con ella, ya sea reflotándola o dividiéndola en piezas para vendérselas al mejor postor. Prueba de ello es la multitud de firmas de inversión que se han interesado por la compañía, con los consiguientes asesores y mediadores que también van a pescar en este río revuelto. Entre ellos destacan dos nombres: Blue Crest y Knight Head. Si cumplen sus intenciones, presentarán una propuesta alternativa a la de Damm con la que contentar, fundamentalmente, a la banca acreedora foránea –entre otros, a Deutsche Bank–, ofreciendo una quita inferior al 70%.
Llaman la atención porque han logrado ser representados por uno de esos nombres que, sólo con estar ahí, abren puertas: el exministro de Defensa Eduardo Serra. La famosa puerta giratoria entre el mundo político y el empresarial parece que no para de girar. Serra ha entrado en esta partida, según explicaron las firmas de inversión, para garantizar la españolidad de su oferta. Quien fuera número dos de Defensa con el PSOE y ministro con José María Aznar entre 1996 y 2000 tiene en su currículum la presidencia de Airtel, de UBS España y, antes, de Peugeot, pero no cuenta con bagaje en la industria alimentaria.
Si Serra tendrá o no un papel en el futuro de Pescanova está por ver. Lo que sí está claro es quién ha perdido ya en esta partida por la multinacional pesquera: su expresidente Manuel Fernández de Sousa, a quien se señala como principal responsable de la quiebra, a través, presuntamente, de una ingeniería fiscal que, por ejemplo, minusvaloró su pasivo asegurando que era de 1.500 millones de euros.
En todo caso, la partida sigue y el juzgado de Pontevedra que lleva el concurso aún tiene que valorar todas las cartas: quién, de verdad y sin faroles, está dispuesto a jugársela por salvar Pescanova.