Un estilo personal es el que se asigna a un músico que se sale un poco de la tendencia del momento. En el mundo actual, con esa lucha invisible entre el mainstream y el postureo, son pocos artistas los que escapan a las modas y pasan más desapercibidos. Su público fiel les permite mantener el rumbo con el que comenzaron y han prosperado, modestamente, en un sector tan volátil. Y siempre con ese punto 'personal' tan tópico.
Bill Callahan es el ejemplo perfecto. El artista antes conocido como Smog rechaza las estridencias y opta por canciones folk e indie rock en las que los arreglos son mínimos. Dió una muestra de su minimalismo este lunes por la noche en un Teatro Nuevo Apolo de Madrid abarrotado, en el que pasó dos horas tocando sin moverse del sitio. Salvo por los momentos en los que daba cuenta de la armónica.
El sosiego y la melancolía de las letras de Callahan enganchó a un público de lo más variopinto, en el que no todos los asistentes respondían al perfil habitual de persona que supera los 40 y que le sigue desde hace dos décadas.
Todo el que ocupaba una butaca presenció a un músico que ha avanzado en sus composiciones sin traicionar el espíritu que caracteriza sus temas. Un currante que se mantiene en la sombra y que provoca que sus mínimas ausencias le lleven a un olvido efímero.
Su concierto facilitó su redescubrimiento, tanto para los que ya le conocían pero se habían olvidado algo de él, como para los que no sabían de su existencia pero sí de sus canciones. Y es que muchos jóvenes quisieron vivir en directo temas como Spring o Ride my Arrow, que sonaron especialmente bien.
En casa tomando vino
Esto no quiere decir que el resto sonasen mal; simplemente las anteriores destacaron, junto a Dress Sexy at My Funeral, que despertó los gritos de elogio de algún asistente. Pero sobre todo, el mejor momento, y que Callahan se encargó de alargar lo necesario, fue cuando tocó America!. La canción más movida del músico estadounidense sirvió para despertar a los iniciados, que al principio del concierto aprendieron que los temas que hace Smog son para estar en casa tomando vino, no de botellón con calimocho.
Y eso consiguió: crear una atmósfera tan oportuna que los que miraban el móvil incluso se sentían mal. Así pasaron One Fine Morning, Drover o Seagull, todas ellas extendidas instrumentalmente hasta que Callahan lo consideraba oportuno. Así pasaron 12 temas hasta el fin del recital con Winter Road.
Porque eso es lo que ofreció Bill Callahan la noche del lunes: un acústico de toda la vida. Sin adornos ni sobreactuaciones. Y aunque hablase poco, el estadounidense no estuvo antipático. Simplemente se le da mejor tocar y cantar junto a su grupo. Aún le quedan dos fechas en España: este martes 25 en San Sebastián y el miércoles 26 en Barcelona.