La cantidad de material que ETA ha dejado en un zulo sellado, en presencia de dos verificadores internacionales, representa un porcentaje ínfimo del que aún guarda en otros escondites del sur de Francia. Los agentes antiterroristas no se atreven a cifrar los kilos de explosivo, perecedero en muchos casos, que aún está en poder de la organización. Sin embargo, pueden ofrecer una cifra exacta de las armas cortas que conservan, un total de 252 pistolas y revólveres de los 400 que robaron en Vauvert en octubre de 2006. De esas 252 armas cortas, ETA inutilizó en enero tres, un 1,19%.
Un mes antes, un tribunal de París juzgó al que fue ideólogo del aparato político de ETA, Ekaitz Sirvent. En una de las sesiones de la vista declaró como testigo Laurent Hury, comandante destinado en la sección vasca de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) de la Policía francesa. Hury ofreció un listado del arsenal en poder de ETA: las 252 armas cortas citadas, 500 kilos de polvo de aluminio y cantidades indeterminadas de clorato de sodio, nitrometano y hexamina, además de componentes electrónicos y detonadores para la fabricación de artefactos.
El Gobierno está convencido de que el compromiso de ETA por abandonar las armas es irreversible. Por esta razón, los expertos temen que la organización haya optado por una entrega gradual, que aleje el horizonte de la disolución. De hecho, los miembros de la Comisión Internacional de Verificación llegaron a Euskadi sin un calendario de desarme, solo con el compromiso de que ETA seguirá avanzando en ese sentido de forma "unilateral".
Pero eso se antoja poco ante la expectación creada por la última visita de la Comisión Internacional a Euskadi. "La montaña ha parido un ratón", resumía el gesto de ETA ayer uno de las personas que pudo entrevistarse en privado con los verificadores. A pesar de ello, la Comisión Internacional de Verificación trasladó por la tarde a la prensa que si no se producen detenciones y se facilita "ayuda técnica", el desarme podría culminarse en meses.
Red golpeada
Ram Manikkalingam y el resto de verificadores consideran que los apenas treinta kilos de explosivos y el resto de material inutilizado suponen una cantidad "muy significativa" habida cuenta de las limitaciones de los miembros de ETA en Francia por su situación de clandestinidad. La Guardia Civil asestó un duro golpe a la red de zulos de la banda hace nueve meses, con la detención en Francia de seis activistas en tres puntos diferentes. Las Fuerzas de Seguridad calculan que apenas una quincena de miembros de ETA sobreviven en Francia dedicados únicamente a proteger el material y huir de la policía.
El IRA, un espejo en el que ETA ha querido mirarse con frecuencia, tardó más de cuatro años en desprenderse de todo su arsenal. La diferencia radica en la cantidad y el tipo de armas. Los republicanos conservaban dos toneladas de explosivo plástico Semtex, un millar de fusiles de asalto y hasta siete misiles tierra-aire, entre su voluminoso depósito de armas y explosivos.
A diferencia de lo ocurrido el viernes, el desarme del IRA, culminado en septiembre de 2005, no tuvo testimonio gráfico, ni fotos ni vídeos, y las partes tuvieron que conformarse con la evaluación del mismo realizado por la comisión de verificación, que tuvo a un general canadiense al frente. Los grupos unionistas también desarrollaron un proceso de desarme posterior, ejecutado en 2009, y que tampoco contó con pruebas gráficas.
Presos y armas
El anuncio del desarme de ETA tiene lugar a los dos meses de que el Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK), la interlocución de la banda en las cárceles, trasladara su intención de asumir el daño causado y acatar las exigencias que marca la ley para la reinserción. Hace tan solo seis días, los portavoces de los presos trasladaron públicamente que los miembros del colectivo van a solicitar su traslado a la cárcel alavesa de Zaballa. Fuentes políticas vascas vinculan el gesto de ETA al intento por forzar al Gobierno a dar un paso en su política penitenciaria, inamovible hasta el momento. En ese sentido, lamentan lo que a su juicio ha sido un gesto "decepcionante" de desarme.
Otras fuentes, sin embargo, insisten en desvincular presos y desarme, dos cuestiones que seguirían su propia vía y que compartirían la voluntad de ETA de recorrerla unilateralmente. Ambas opiniones confluyen en valorar positivamente el gesto como primer paso a la destrucción total de las armas. El Gobierno insiste en que no acercará a los presos hasta que la banda anuncie su disolución.