Las mujeres siguen cobrando menos que los hombres y su riesgo de caer en la pobreza y de cobrar peores prestaciones y pensiones es mayor. UGT constata en un informe la brecha económica que aún separa a mujeres y hombres y cuyas consecuencias se extienden durante toda la vida de unas y otros.
La brecha salarial entre hombres y mujeres se situó en el 22,9% de media, 0,5 puntos más que el año anterior, según los datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2011 y publicada en 2013. Esta diferencia implica que las mujeres tendrían que trabajar 84 días más que los hombres para percibir el mismo salario.
Además, la ligera subida de salarios que se produjo repercutió fundamentalmente en el empleo masculino: el aumento medio del sueldo de los hombres fue del 0,74% mientras que el de las mujeres creció de media en un escaso 0,16%. El salario medio de los hombres es de 25.667,89 euros, en tanto que el de las mujeres es de 19.767,59 euros.
"El empobrecimiento de las mujeres asalariadas es el resultado de su concentración en los salarios más bajos", dice el informe. En la medida que aumentan los salarios, el número de mujeres que accede a ellos disminuye: por ejemplo, el 22,6% de las trabajadoras perciben como máximo la mitad del salario mínimo interprofesional (el SMI está fijado en 643 euros mensuales) mientras que sólo el 0,2% accede a salarios diez veces superior al SMI, un porcentaje que entre los hombres es del 1,2%. La brecha salarial se extiende a todos los sectores económicos.
Sí hay un factor que aumenta la precarización entre las mujeres: el trabajo a tiempo parcial. Hay 2.009.000 mujeres con jornada parcial frente a 730.100 hombres. Además, el sueldo medio de los hombres con este contrato es también superior (804 euros) al sueldo medio de las mujeres con tiempo parcial (719 euros).
"Hasta ahora habíamos asistido a la concentración de bajos salarios en los sectores y ocupaciones donde hay muchas mujeres. La participación de los hombres en el trabajo a tiempo parcial aumenta los salarios para este tipo de jornada, pero la casi totalidad de esta subida va dirigida en exclusiva a ellos", explica el sindicato. El riesgo de caer en la pobreza es mayor para las personas con jornada parcial, del 18,5%, siete décimas más que para las que trabajan a tiempo completo.
Consecuencias
La brecha salarial tiene consecuencias que van aún más allá del dinero que una persona tiene para sustentarse: peor protección social, más riesgo de pobreza, peores prestaciones y una jubilación más negra. La diferencia salarial no sólo se mantiene, sino que crece a la hora de cobrar una pensión: en la jubilación la brecha entre lo que cobran hombres y mujeres es del 32,5%. Es más, el 71,8% de las mujeres con una pensión de jubilación perciben unos ingresos igual o por debajo del salario mínimo, algo que le sucede al 24,4% de los pensionistas hombres.
Las prestaciones de paro son más bajas que las de los hombres y las cobran durante menos tiempo. "Las diferencias en este tipo de prestación provienen de las desigualdades que existen en el mercado laboral: menores salarios, mayor temporalidad, mayor presencia de mujeres en el trabajo a tiempo parcial; todas estas características de los empleos que ocupan lesionan su acceso a la protección social por desempleo de carácter contributivo", señala UGT.
Las mujeres son mayoría entre las personas que cobran una renta mínima de inserción: de cada cien perceptores, 61 son mujeres. Cuando se trata de personas con hijos a cargo, el 71% de las beneficiarias son mujeres. "El empobrecimiento de las mujeres tiene un efecto multiplicador de la pobreza, y acrecentado en los casos en los que se tienen hijos e hijas u otras personas que dependen de sus salarios.
Si no se ataja de raíz el modelo productivo que relega a las mujeres, se provocará una fractura social de graves consecuencias", afirma el informe.
Para acabar con las desigualdades, UGT considera imprescindible un sistema se servicios y prestaciones públicas que garantice el acceso igualitario a la educación pública y de una forma asequible, la atención de menores de cero a tres años, y el desarrollo de la Ley de Dependencia.
Aboga también por fortalecer la negociación colectiva y los planes de igualdad en las empresas, por una reforma fiscal para incrementar la población activa de mujeres y por un nuevo modelo productivo más eficiente que elimine las diferencias entre hombres y mujeres en el acceso al empleo, su permanencia y sus condiciones laborales.