Los consumidores españoles sufrirán un tarifazo este invierno que no es patrimonio exclusivo de nuestro país, como tampoco lo son sus consecuencias respecto a la exclusión social o el deterioro de las condiciones de vida. En Europa hay un drama creciente, cada vez menos silencioso: el de no encender un solo aparato –para cocinar, para calentarse– por miedo a lo que venga en la factura. O porque ya no hay electricidad que usar: sencillamente, la cortaron.
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