Cuando en marzo de 2010 la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, eligió a Javier Fernández-Lasquetty como consejero de Sanidad, hubo sorpresa. Saltaba de la consejería más pequeña, la de Inmigración, a la más grande. A gestionar 8.000 millones de euros. Pero Aguirre sabía que fichaba a un neoliberal "de tomo y lomo", como le describen sus opositores en la Asamblea de Madrid. Este licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense había sido también secretario general de la FAES, de modo que su ideario estaba claro y (casualmente) coincidía con el de la líder popular: la eficiencia la aporta la gestión privada.
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