Las peticiones presentadas ante la Diputación Permanente del Congreso por distintos grupos políticos para la comparecencia de los principales ministros vinculados a la reforma de la ley del aborto, así como otras peticiones que solicitaban la retirada del anteproyecto presentado por el Ministerio de Justicia, han sido rechazadas por la mayoría absoluta del Partido Popular.
Sin embargo, el debate evidenció la completa soledad en la que el Partido Popular está en este asunto, porque casi logró la unanimidad de toda la oposición en ambos planteamientos, con acusaciones muy duras a una reforma que, desde todos los frentes de la oposición, fue calificada de "innecesaria", "retrógrada", "caprichosa", "injusta" y "machista".
Todos los partidos de la oposición se sumaron a las dos solicitudes promovidas por el PSOE y la Izquierda Plural para la comparecencia de Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Mato, al entender que, al menos, el Parlamento necesitaba explicaciones sobre una ley que se ha elaborado en el más absoluto oscurantismo, sin negociación con nadie y sin conocimiento de la sociedad.
A esta petición se sumó hasta Unió Democrática de Cataluña (UDC), que pidió repartir el tiempo de la intervención en el debate con Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), por entender que había posiciones diferenciadas. Josep Lluis Sánchez-Llibre, por Unió, indicó que son necesarias explicaciones y esperar a ver los informes de las distintas instituciones que tienen que pronunciarse sobre el anteproyecto. Por ello, solo esta formación no se sumó a la petición de la retirada de la ley.
El PP, quiso pasar por el debate lo más deprisa posible. Su portavoz, la diputada Sandra Moneo, no levantó la vista de un papel que leyó a toda velocidad y sin levantar la vista en ningún momento, en el que llegó a afirmar cosas como que "a ninguna mujer se le obliga a ser madre". Y, luego, la mayoría absoluta popular pasó el rodillo en las votaciones: todas las peticiones fueron rechazadas.