Sé que no es normal salir del periodo navideño más largo del mundo civilizado, de 3 semanas completas de amor y paz, pensando en guillotinas pero es que cada cambio de cifra en el calendario suele dar por hacer balances y proyectos y, a veces, se cruzan curiosas imágenes. Las lecturas de tiempo libre y las reuniones familiares también abren muchos horizontes. Y así un erudito de toda solvencia te cuenta que la Revolución Francesa apenas pasó por la cuchilla a 15.000 personas. Siempre pensé que habían sido muchas más. Ni siquiera fueron todos miembros de la nobleza -que igual ni había tantos, esta gente siempre presenta un número muy inferior a aquellos de los que se aprovechan-. Mucho burgués cómplice entró en el saco de lo que Joaquín Krahe llama el método chic francés cuando la cabeza cae en un cesto, ojos y lengua de través. Nadie es partidario de la violencia, claro que no, pero esas 15.000 cabezas encestadas cambiaron la historia de la humanidad. Cierto que, aterrados por la libertad, los franceses llamaron inmediatamente nada menos que a Napoleón, pero la impronta de la Revolución marcaría por siglos el devenir de la sociedad. Nada volvió a ser lo mismo. Hasta ahora.