1. Caja Madrid no era una caja más. Fue la primera de las siete novias agrupadas en Bankia, una boda que terminó en funeral. De herencia nos dejó el mayor agujero de la historia financiera española: un pufo de 22.000 millones de euros que provocó el rescate y la intervención de la troika. No hay un solo español –no sólo los de las preferentes– que no sea afectado directo de esta quiebra. Todos los ciudadanos, nuestros hijos, nuestros nietos, pagarán durante años por lo que allí sucedió.
2. Miguel Blesa tampoco es un banquero más. Su primer contacto con el sector financiero fue en septiembre de 1996, cuando llegó al consejo de Caja Madrid. Sólo dos meses después, ya estaba preparado para presidir la tercera entidad financiera del país, un sillón que ocupó durante casi 13 años. ¿Su única cualidad conocida para el puesto? ¿La mejor línea de su currículum? Ser amigo íntimo y leal del presidente del Gobierno José María Aznar.
3. Los emails de Blesa desde su buzón corporativo de Caja Madrid no son unos correos más. Son las pruebas que permitieron al juez Elpidio José Silva enviar a la cárcel al banquero, con razón. En ellos queda claro que la quiebra de esa caja con tres siglos de historia no fue culpa de una azarosa casualidad, sino que tuvo mucho que ver con su desastrosa dirección. Miguel Blesa gestionaba este banco casi público como si fuese un chiringuito de su propiedad. Repartía favores, créditos y enchufes con absoluta arbitrariedad. Un día era su sobrina, otro era el exministro José Barrionuevo, el siguiente era el hermano de Pío García Escudero, o Esperanza Aguirre, o José María Aznar.
4. Las conversaciones de Blesa con sus cuates son el mejor ejemplo del capitalismo de amiguetes que ha hundido a este país. Los correos explican cómo funciona el poder de la España cañí y dejan en evidencia la hipocresía de esos "liberales" que critican las "mamandurrias", hablan de "meritocracia" y dan lecciones de moral a los demás, mientras exprimen los recursos públicos para su uso y disfrute personal. La derecha española queda retratada, pero la izquierda también: vendida a cambio de un plato de consejo y una tarjeta de crédito "black".
5. Lo ocurrido en Caja Madrid no fue sólo feo, negligente o inmoral; va mucho más allá. Las tarjetas de crédito "black a efectos fiscales" y los generosos sueldos con los que Blesa premiaba a los dóciles consejeros en la caja del PSOE, de IU o de CCOO apuntan a varios delitos económicos. Las gestiones de algunos políticos ante Blesa entran de lleno en el terreno del tráfico de influencias. Las preferentes de las que tanto se alegraba Blesa van a ser juzgadas como estafa. Los créditos a dedo podrían violar las normativas bancarias y las compras negligentes –o los créditos al consejero Díaz Ferrán– son serios indicios de delitos societarios de extrema gravedad.
Por mucho que lo diga la Audiencia Provincial de Madrid o el fiscal, estos correos no afectan a "la intimidad" de Miguel Blesa, sino que justifican más que de sobra la reapertura inminente de esta investigación judicial. Es urgente, por salud democrática; porque no hacerlo es dar por buena la injusticia, el abuso de poder y la impunidad.