El segundo aniversario de su victoria electoral, mañana miércoles, lo va a pasar Mariano Rajoy encerrado en la hemeroteca de la Moncloa. Se va a dar un homenaje repasando portadas de periódico, editoriales, columnas, y también vídeos de manifestaciones, fotos de pancartas, encuestas.
–Mira, Viri –le dirá a su mujer, mostrándole un artículo de 2012: otro que apostaba que yo sería sustituido por un tecnócrata en cuanto se produjese el rescate de España. Y fíjate en este editorial, de cuando los papeles de Bárcenas: que yo era un cadáver político y mi Gobierno tenía los días contados.
Entre calada y calada al puro de aniversario, pasará repetidas veces vídeos donde los manifestantes corean: “Mariano, Mariano, no llegas al verano”.
–Y se referían al verano de 2012 –guiñará un ojo a su mujer, para después hacer una búsqueda en Google: “Ahí tienes, Viri, cientos de miles de resultados de Mariano el Breve, la mayoría de la mismísima noche electoral de 2011, cuando ya me colocaron el apodo”.
Para terminar el autohomenaje, hará un pase de fotos con los retratos de todos los presidentes y primeros ministros que la crisis se ha llevado por delante en Europa: Papandreu, Cowen, Sócrates, Berlusconi, Sarkozy, Brown… Incluido Zapatero. “Y yo no estoy en la lista”, rematará Rajoy: “Aquí sigo, Viri. Al final la vida es resistir”.
Lo de “al final la vida es resistir”, recordarán, fue uno de los SMS de Rajoy a Bárcenas. Uno de esos SMS que, junto a los papeles del extesorero, la contabilidad B, los recibís que cualquier día aparecerían, y hasta las grabaciones comprometedoras, iban a tumbar a Rajoy hace solo unos meses.
Resistir, hay que reconocer que Rajoy ha resistido estos dos años, y que está más entero de lo que cualquiera esperaba, incluido su entorno político. Hace un par de años, tras la victoria electoral, pocos se apostaban una cena a que Rajoy aguantase toda la legislatura. Seis meses después, al pedir el rescate para la banca, ni un café nos habríamos jugado a que se tomaría las uvas de ese fin de año en Moncloa. Luego vino el huracán Bárcenas que iba a arrasar Génova, y que hoy es un vientecillo que de vez en cuando sopla desde Soto del Real.
Ahora, en el segundo aniversario, el presidente resistente empieza a sacar pecho: unos pocos datos macroeconómicos favorables o no tan desfavorables; el cierre anunciado del rescate bancario (aunque tardaremos años en pagar la factura); el freno en la destrucción de empleo (porque ya es difícil destruir más y porque se sustituye con precariedad); y la mejora de las previsiones (incluido el mea culpa de quienes daban por muerta la economía española). La luz al final del túnel, dice Rajoy, sin miedo a repetir el topicazo que llevamos cinco años oyendo.
Los ciudadanos no percibimos ninguna señal de recuperación, pero va calando el mensaje oficial de “Pa’habernos matao”: sí, estamos muy mal, pero podíamos estar infinitamente peor, y aquí seguimos, vivos, sin rescate, con la prima controlada y los inversores regresando. “Pa’habernos matao”, dice el propio PP, que pese a la estampida de sus votantes encabeza las encuestas mientras el PSOE no levanta cabeza y la alternativa por la izquierda no acaba de coger forma ni fuerza.
De ahí que en el PP empiecen a soñar con la remontada, que han tocado fondo y de aquí ya todo para arriba. Teniendo en cuenta que Rajoy ha llegado hasta aquí con lastres de hormigón sobre cuya continuidad llevamos tiempos sin apostarnos tampoco un café (Wert, Báñez, ¡Ana Mato!), no extrañe el optimismo de quienes piensan que en cuanto suelten ese lastre con una crisis de Gobierno, unas pocas caras nuevas, unas gotas de nacionalismo español al calor de la consulta catalana, un par de noticias económicas buenas o no tan malas, y el fuego amigo desde la propia derecha mediática que ya empieza a aflojar, Rajoy sea capaz de agotar la legislatura y plantarse en 2015 con opciones serias de renovar mandato, aunque sea sin mayoría absoluta.
Ya lo dijimos en otra ocasión: Rajoy es un superviviente. Alguien capaz de sobrevivir al Prestige, a la guerra de Irak, a la manipulación del 11M, a dos derrotas electorales, a los cuchillos en su propio partido, a la Gürtel, a Bárcenas, a los mayores recortes de la democracia, a contrarreformas, al rescate bancario, a seis millones de parados, y todavía sigue en pie.
En su supervivencia algo tendremos que ver también quienes dimos muy pronto por bueno lo de Mariano el Breve y cantamos con demasiada alegría lo de Mariano, Mariano, no llegas al verano. Algo habremos hecho (o no hecho) para que Rajoy pueda celebrar mañana dos años en la Moncloa, y brindar por los dos siguientes.