Demasiado bueno para ser verdad. O demasiado perfecta para ser real. O demasiada presión para ser nombrada. La política económica de Estados Unidos, y decir eso, es decir la de buena parte del mundo, está a punto de dar un giro esta misma semana. Se acaba el mandato del gobernador de la Reserva Federal (el presidente del banco central de EEUU), Ben Bernanke, y el mundo económico tiene una clara favorita para la sucesión: la demócrata Janet Yellen. Una economista cuasiperfecta, apoyada por los sindicatos, los economistas progresistas (Stiglitz, Krugman y Sachs), por las publicaciones más influyentes (The Economist) y por los inversores. Por prácticamente todos, menos de momento por el más importante: el presidente Barack Obama.
El que era hasta ahora el candidato "favorito" del presidente, Lawrence Summers, pidió el domingo al presidente que no cuente con él para este servicio. El propio Summers asumía que su elección no era positiva para la Reserva Federal. El alivio en los mercados ante esta insólita renuncia -el exsecretario del Tesoro se ha eliminado de una carrera en la que no había nombres de forma oficial- coincidió con una bajada del dólar. El lunes, las bolsas de medio mundo amanecieron con fuertes subidas, y los inversores apuntaban al nombramiento de Yellen para responder al posible calentón.
La semana pasada, un diario japonés filtró que Obama estaba a punto de nombrar a su amigo Larry. Summers es un economista que se podría calificar de más conservador o lo que en términos de política monetaria se traduce como "halcón", aunque su tendencia oficial es "apalomada" (los que son favorables a los estímulos se les conoce como palomas).
Lo cierto es que hasta ahora la presión por nombrar a Yellen es tan elevada que ha sido contraproducente. La última prueba de presión ha sido la firma de un manifiesto por economistas de renombrado prestigio pidiendo al presidente de la Casa Blanca que nombre a esta mujer a la que le puede costar cara su lucha por la independencia. La carta, un manifiesto abierto, había recibido el viernes decenas de adhesiones. Entre los firmantes, nombres de tanto prestigio como Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs, Robert Shiller, el matrimonio Romer, o Alan Blinder.(Krugman ha manifestado su inclinación desde las páginas de The New York Times).
En la carta, los firmantes esgrimen tres argumentos de peso para que Yellen sea elegida. En primer lugar, sus méritos académicos y profesionales. Asesora de Bill Clinton, ha pasado por varios cargos en política monetaria, como presidir la Reserva de San Francisco. El último de sus roles profesionales ha sido en la propia Reserva Federal, como segunda de abordo. Pero los economistas afines citan dos elementos más difíciles de apreciar, por la política y por el gran público. El primero de ellos es la capacidad de escuchar de Yellen, que, según dicen sus colegas "le permite estar abierta a diferentes puntos de vista". La otra gran virtud es su especialización en el mercado de trabajo. En un momento en que la política monetaria de EEUU está anclada en una mejora de la tasa de paro, y con un desempleo renqueante, el conocimiento de Yellen en esta materia es clave para el éxito económico.
Los sindicatos estadounidenses lo tienen claro. Yellen es su candidata. La principal federación de sindicatos de EEUU, AFL-CIO, ha dicho que están con la economista. Creen que con ella cambiaría la perspectiva de dar prioridad a la inflación sobre la creación de empleo. Hasta que la tasa de paro no baje del 6,5%, las políticas de estímulo continuarán.
Pero incluso los que a priori no estarían tan inclinados por votar a una demócrata también ven los beneficios de su nombramiento. En un reciente estudio BNP Paribas calcula que nombrar a Summers costaría un 0,5% del PIB y se llevaría 350.000 puestos de trabajo por delante. Las razones que esgrimen desde el banco es que Summers es un halcón en toda regla y que se precipitaría en retirar las medidas de estímulo. Como sucede en política monetaria, su mero nombramiento se anticiparía en los mercados, de forma que subiría la rentabilidad de la deuda antes siquiera de que Summers calentara su flamante silla. Es más. El banco francés atribuye la reciente subida de los bonos estadounidenses a la mera especulación de que nombraran a Summers. Las futuras manos que gobiernen al dólar tendrán el papel decisivo a la hora de marcar el final de la política expansiva actual, lo que implica el final de la recuperación y la consolidación económica, y el inicio de otras medidas para reconducir a la economía.
Todos quieren a Yellen
Pero no todos los que animan a Yellen son sospechosos de ser demócratas o expansivos. El semanario The Economist ha asegurado de forma reiterada en sus artículos que ella es la elección adecuada. Aunque la publicación cree que ambos son excelentes candidatos, en su opinión, la exalumna de Yale tiene más madera para manejar las expectativas de los mercados, que son la clave de la política monetaria en la que en cada rueda de prensa se juega una partida de póquer. (El gobernador de turno tiene que dar mensajes ocultos en constantes guiños en sus intervenciones).
Yellen fue discípula de James Tobin, el creador de la Tasa Tobin (es demasiado perfecta, ¿o no?), y junto con su marido, el Nobel de Economía George Akerloff, ha estudiado sobre la respuesta de los agentes laborales ante "shocks" y cómo el comportamiento colectivo ante las crisis puede desembocar en recesiones. De hecho, Yellen y Akerloff demostraron que los trabajadores que se consideran peor pagados son menos productivos.
Queda meridianamente claro que Yellen es una brillante candidata de consenso. Por no hablar del espaldarazo que supondría a las economistas que una mujer subiera a la cúspide de la política monetaria. Cabe recordar que en el Consejo de Gobierno del BCE no hay ninguna mujer. Ni una sola que tenga poder en el euro. De hecho, solo hay siete mujeres gobernadoras centrales en el mundo, todas en países en desarrollo.
La inesperada baja de Summers (que también se podría haber eliminado voluntariamente de la contienda para librarse del estigma de perderdor), catapulta a Yellen como señora del dólar. Con todo, aún se barajan otros nombres, de forma mucho más suave, como Tim Geithner, el exsecretario del Tesoro que también pertenece al círculo de confianza de Obama, o Donald Kohn, que ostenta otra de las vicepresidencias de la Fed junto con Yellen.
El 17 y 18 de septiembre será con casi toda seguridad la última reunión de la Fed bajo la era Bernanke. Y a Barack Obama le tocará retratarse.